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The Legend of Zelda: Majora's Mask

The Legend of Zelda: Majora's Mask

The Legend of Zelda: Majora's Mask

La fatiga recorre tu cuerpo, apenas puedes expirar sin interrupciones y tienes moratones por todo el cuerpo. No sabes donde has ido, ni porque. Hyrule ha cambiado.

Ponte sobre el bordillo y camina hacia el oeste, hasta llegar a una lanzadera sobre una columna que avista a otro interruptor. Si lo pulsas, abrirás una zona del techo de la sala central de la mazmorra. Desciende, y entra ahora por la puerta de la derecha.

Lo primero que debes hacer es ponerte la máscara de Gibdo para que las momias no intenten atacarte, y con el escudo deslumbrante, ilumina el panel solar que tapona tus progresos. La mano de la oscuridad se puede eliminar enfocándola con el arma, o bien atacándola, pero no hace falta ni molestarse a perder el tiempo con ella.

La siguiente zona aguarda al mismo rival que ya viste en el Pico Nevado, por lo que la táctica será la misma. Esperar a que salga de su escondite, correr hacía él (con la capucha conejo será más fácil) y dañarle una serie de veces hasta que cree hologramas. Es la parte que más estragos puede causarte, pero debes limitarte a probar suerte a un lado y atacar. Con un poco de paciencia lo eliminarás sin demasiados riesgos. De nuevo, con uso de la careta de la momia podrás llegar al ático del castillo sin problemas. Corre hacía el centro, coloca en forma de Link Goron el barril de pólvora, y revienta el techo de tan barroco lugar.

Con el rayo de luz recién creado, podrás pasar por el centro del castillo, iluminando de luz solar la fígura que impera al fondo de la pared.

El jefe del templo es nada menos que el rey de Ikana, general de guerra maldecido por los vientos de la oscuridad que soplan desde las torres de piedra. Para derrotar a sus dos secuaces debes atolondrarlos y luego iluminarles con la luz diurna. Para ello, quema las dos cortinas que taponan la entrada de algún atisbo luminoso, y atácales a ellos justo cuando estén preparando un espadazo, así rectificarán y les dañarás. Repite la operación unas cuantas veces, hasta que uno de los dos caiga y puedas fundirlo.

Tu último obstáculo es más de lo mismo, solo que este a veces suelta su cabeza y te agarra con ella, y de vez en cuando salta esquivando tus barridos. Puede que dure un poco más que el otro par, pero no es excesivamente difícil.

Tras ver su pequeña trifurca, el capitán te enseñará la Elegía del Vacío, para crear una fígura a tu imagen y semejanza, y utilizarla como cebo.
Con la última de las melodías aprendidas, puedes salir de esta ruina e irte directo a la mazmorra definitiva, la más larga y oscura: Las Torres de Piedra.