Año 17 de la era Messi. LaLiga 2020-21 arranca. Lo hace repleta de incertidumbre por la pandemia, vacía de público y sin fichajes, con el calendario alterado y un sabor agrio por el conflicto entre el argentino y el Barça. Hay una cierta melancolía en el ambiente, solo rota por latigazos como Ansu Fati, el líder de la quinta del virus, chavales que anidan en varios equipos para hacernos olvidar ese raro silencio de los estadios.
“Me quedo”. Con estas dos palabras, pronunciadas en chanclas y pantalón corto rojo, Leo Messi redefinió de golpe un arranque de temporada que prometía ser un inventario de ausencias: la del crack argentino, el público, los torneos de verano, los rutilantes fichajes… Por faltar nos faltaban hasta el Real Madrid, el Barça y el Atleti en la primera jornada por arte de este calendario asimétrico y alterado por el virus, que aplaza hasta tres partidos para 2021 en las dos primeras fechas, respectivamente. Un lío. El azar quiso también que sumáramos ausencia sobre ausencia, de manera que Cádiz y Osasuna se van a ver las caras en la primera jornada para recordarnos que Michael Robinson, que amó como pocos a esos dos clubes, ya no está con nosotros.
Pero llegó Messi, dijo que se quedaba y del duelo por tanta ausencia hemos pasado a una suerte de déjà-vu melancólico. De nuevo el argentino en el Barça con gesto mohíno, el tira y afloja de las bajas del Madrid y del club blaugrana por cuadrar las cuentas (Rakitic, James, Brahim, Achraf…), un nuevo año con el Cholo en busca de ese matador que tanto se añora desde los tiempos de Forlán o Falcao (¿será este el de la Champions?), el tobillo que sí pero no de Hazard, el futuro del (¿ex?) futbolista Bale, el conflicto de los ascensos de Segunda, las escaramuzas legales entre LaLiga, la Federación y el CSD… Asuntos que se arrastran desde el final de la pasada campaña y que vuelven a marcar un campeonato que terminó como debía y arranca como puede.
Es un éxito que la competición se ponga en marcha, pero no es menos cierto que nos pilla con el estómago algo encogido por la persistente pandemia y sus efectos. La tradicional ilusión de estos días queda oscurecida por muchas preguntas sin respuesta: ¿cuándo volveremos a nuestro asiento en el estadio? ¿cuántos partidos más habrá que aplazar a causa del virus? ¿cuántos puntos se perderán por culpa de los contagios? ¿aguantará el fútbol que conocemos una larga e intensa temporada, desde este 12 de septiembre, con un Eibar-Celta, hasta el 23 de mayo, sorteando las trampas que la COVID-19 nos vaya poniendo en el camino? Raro todo, muy raro.
Buena parte de los focos apuntan, cómo no, al Camp Nou, aunque haya que esperar hasta final de este mes para ver en acción a los hombres de Koeman. Messi se queda, al menos esta temporada, pero con él se quedan más cosas. En primer lugar, la crisis deportiva e institucional del Barça, que tiene ahora el epicentro en el argentino, pero cuyos ecos alcanzan a todos los estamentos del club. Decía Valdano que sólo había algo peor que la marcha del crack, y es que se quede de esta manera. Podría ser, o no. Messi habla mejor en el campo que fuera de él, así que ahora tiene una tremenda oportunidad de imponer su relato y cerrar de forma gloriosa, si así lo desea, los 20 mejores años en la historia del club, que son también los años de su historia como futbolista profesional.
El maldito burofax forma parte ya de la mitología blaugrana. Eso no tiene remedio, pero no deja de ser una pirueta técnica, un movimiento legal para un problema contractual. En cambio, tiene mucha más profundidad lo que Messi dijo en la entrevista a Goal.com con la que resolvió permanecer en Barcelona: “Hace tiempo que no hay proyecto ni hay nada. Se van haciendo malabares y tapando agujeros”. Es una declaración demoledora. De ahí su importancia y necesidad de explicación. No solo por su contundencia, sino también por la paradoja que encierra. Es difícil encontrar un futbolista moderno que haya ganado más títulos oficiales de clubes que Messi, que tiene 34 (su excompañero Dani Alves está en lo alto de la tabla con 36, y el madridista Sergio Ramos posee 22), además de trofeos individuales y récords sin fin. El argentino ha ganado, por lo tanto, más de dos títulos por año en el Barça. La etapa de Bartomeu ha sido, para más inri, la más fructífera para él: 13 entorchados en seis temporadas.
Es cierto que el 10 y el Barça no ganan la Champions desde junio de 2015 (ante la Juventus, en Berlín), con actuaciones para el olvido ante la Roma, el Liverpool y el Bayern en estos años, periodo en el que el Madrid ha logrado tres títulos consecutivos. Ahí duele. Pero ¿qué club puede garantizar el máximo título continental? Ninguno. El Liverpool llevaba desde 2005 sin tocar la orejona. Y el Bayern, tan de moda ahora, vigente campeón tras su arrolladora campaña, llevaba siete años peleando por ella sin éxito. Por no hablar del millonario PSG. Luego, ¿por dónde sangra realmente la herida de Messi?
Sus palabras, dirigidas a la directiva, han resonado fuerte en el vestuario, donde, como bien recordaba Juan Jiménez hace unos días en AS, habitan un campeón del mundo (Griezmann), algún otro considerado el mejor en su puesto (De Jong o Ter Stegen), mucha gente de la casa partícipe de estas dos formidables décadas para el Barça (Busquets, Piqué, Sergi Roberto…) y no pocos futbolistas de gran caché. ¿Se habrán dado por aludidos? El encaje de este nuevo Messi en el nuevo vestuario de Koeman llenará muchas noticias. Porque de ello depende que este su último año (o no), sea benévolo con quien tanto ha dado a una entidad abonada al patiment (sufrimiento en catalán).
El fútbol siempre se guarda un as en la manga. Cuando parece que todo se resume en el malestar de unos y la incompetencia de otros, de repente surge un fogonazo que nos devuelve al barrio y a la infancia con un chico de 17 años. De Ansu Fati ya teníamos noticias, pero estaba por ver si la ansiedad por encontrar al nuevo Messi no iba a acabar con él, como sucedió con tantos otros. No sabemos en qué quedará este chico, pero su irrupción en la Selección permite soñar con lo mejor. Quién sabe si es la actual y depresiva coyuntura del FC Barcelona el mejor abono para que crezca y se consolide un futbolista distinto, capaz de hacer lo más difícil: que el juego parezca fácil.
Del drama blaugrana hará bien este Madrid enganchado a la sonrisa de Zidane en extraer las lecciones apropiadas. La Liga del virus ganada en el último tramo del campeonato salvó una temporada que, como la del Barça, tuvo no pocas sombras. El título fue valorado como merece por Zidane, empeñado en demostrar que su Madrid es un equipo consistente, capaz de sostener torneos de largo aliento, pero la triste actuación en Champions y Copa son un aviso que conviene no desdeñar.
Zidane comprobará que LaLiga es plato que harta pronto, y que sin Champions todo sabe a poco. Hasta la culminación del nuevo gran proyecto de Florentino Pérez –Mbappé y un nuevo coliseo donde disfrutarle–, el Madrid necesita la mejor versión de Hazard (inédito en su primer año), Vinicius Jr. (esta es su tercera temporada y hasta ahora ha sido un Guadiana simpático) o Asensio (los que le colocaron en la carrera por el Balón de Oro deberían darse por satisfechos con que tenga una temporada sin sobresaltos). Con Benzema (32 años) y Sergio Ramos (34 años y sin renovar) se puede competir, pero no tanto como algunos creen.
La llegada de Odegaard es, tal vez, la mejor noticia que puede ofrecer el club blanco en estos tiempos sin apenas fichajes. Tras cinco años de méritos, el noruego por fin encuentra un hueco en el club de sus sueños. En la Real ha demostrado ser un jugador importante, llamado a grandes momentos. El Bernabéu deberá cuidar al chico, para no frustrar unas expectativas que, sin duda, están en lo más alto. El Madrid no sufre una crisis institucional, algo que parece impensable tal y como su presidente ha diseñado su estructura de poder. Florentino Pérez está construyendo un estadio único para albergar a un jugador único, Mbappé. La idea no puede ser más atractiva, siempre y cuando no se olvide que esto es fútbol, un deporte que suele escribirse con renglones torcidos.
Al asalto del duopolio que rige en nuestro fútbol se presentan Atlético y Sevilla (juega la Supercopa de Europa con el Bayern el 24 de septiembre), además de Villarreal, Valencia y algún tapado, que lo habrá. El Atlético sigue en busca de un goleador que equilibre la plantilla. El equipo del Cholo necesita más eficacia ante puerta para hacer útil el desempeño de hombres tan interesantes como João Félix o Llorente. No son los únicos. LaLiga anda sobrada de talento joven. Son la quinta del virus, que anda muy repartida: Ansu Fati (Barça), Odegaard (Madrid), Kubo (Villarreal), Isak (Real Sociedad), Koundé (Sevilla), Lee Kang-in (Valencia), Unai Simón (Athletic)...
Son chicos que hay que potenciar porque sin fichajes o con fichajes de clase media como Pjanic (Barça) no se cubre el hueco del talento que se va cada año. Ahí están Ferran Torres, James , Rodrigo, Cazorla, Achraf o Ceballos, que se suman a los Lucas Hernández, Rodri, Kepa, Pablo Sarabia y otros de años anteriores. La marcha de Messi, tras las de Neymar y Cristiano, habría sigo un golpe muy duro para LaLiga. Vamos a ver qué pasa con el argentino. Asegura el dicho que cuando dices que te vas es que te has ido. Pero esto es fútbol.
El fútbol por la televisión da la posibilidad de enmascarar la nueva normalidad. Hologramas de aficionados en las gradas y sonido ambiente a través del audio. Todo está listo para que el aficionado disfrute por la pantalla, pero ¿y el hincha que iba al estadio? El fútbol es la cosa más importante de las menos importantes decía Bill Shankly. ¿Qué ocurre con tod@s esos aficionad@s que acudían religiosamente cada 15 días a su particular santuario? Los futbolistas podrán seguir ganando títulos y millones, pero no hay dinero que pueda igualar la indescriptible emoción de celebrar un gol de la victoria con tu afición. Lo han debido intuir hasta los propios futbolistas desde sus atalayas de Instagram, a kilómetros de distancia del mundo real, donde sobran likes y faltan abrazos. Arranca laLiga, pero no podemos olvidarnos de la piedra angular del fútbol llamada AFICIÓN. “Esto es muy raro, muy feo todo, no hay público, no hay ánimo. Es todo muy desangelado”, decía Álvaro Cervera, técnico del Cádiz, tras los primeros partidos tras el parón por la COVID. El Cádiz, que jugará por 14ª vez en Primera División, va camino de los 17.500 abonados (el año pasado, en Segunda, tuvieron 16.000) sin saber realmente si van a poder ir esta temporada al Carranza. Este es el nuevo fútbol, que tiene cosas del viejo fútbol porque el aficionado adquiere al principio de temporada una entrada a ninguna parte. De pronto sueñas con Europa y acabas en Segunda, como el Espanyol. Renuevas tu abono todos los veranos, cuando muchos domingos de invierno dices: “Al año siguiente me borro”. El nuevo y viejo fútbol siguen siendo un acto de fe. Una emoción. Ilusión. Ahora más que nunca. La Primera División es un sueño para esos miles de hinchas cadistas, y para las 19 aficiones restantes. Así que al igual que en AS decimos “Deporte, te amo”, también abrazamos la pena por todos esos aficionados que ya no están.
La idea de la patronal cuando reinició la competición la temporada pasada era comenzar esta campaña con un 30% de aforo en los estadios hasta llegar al 100% en enero de 2021. A día de hoy, el criterio del Ministerio de Sanidad es de mantener los partidos a puerta cerrada, atendiendo a la evolución de la enfermedad. La clausura del ocio nocturno y las limitaciones de las reuniones sociales chocarían de lleno con la apertura de puertas en el fútbol. Ante este panorama, los clubes están inventando fórmulas para mantener sus ingresos y a la vez responder al cuidado de sus aficionados. Tal vez la más romántica sea la adoptada por el presidente del Getafe, Ángel Torres: "Los 13.500 abonados del Getafe de esta temporada tendrán su abono gratis el próximo año en La Liga. No les vamos a cobrar. Que sepan que no van a pagar nada. Lo paga mi bolsillo", dijo en mayo. La campaña de abonos azulones de la 2020-21 se llama #PorVosotros. El Villarreal, por ejemplo, ha lanzado la promoción #YoSíEstoy en la que los antiguos abonados que renueven su la cuota contarán con un 60% de descuento respecto al precio de la pasada temporada (con un descuento de hasta el 75% en el caso de abonados cuya situación laboral actual pase por un ERTE). El Barça, el club con más abonados, 85.000, cuenta con precios desde 150 a 1.274 euros. Al igual que la mayoría de clubes, la entidad presidida por Josep María Bartomeu ofrece la posibilidad de acogerse a una excedencia temporal, pero los precios se mantienen igual con la respectiva devolución proporcional por los partidos que no puedan presenciarse. Similar propuesta presenta el Real Madrid, con 61.247 abonados y precios desde 245 a 2.024, que obtiene el 18% de sus ingresos por socios y estadio, mientras que el 21% corresponde a los derechos de televisión, según el presupuesto de la 2019-20 (aparte serían las pérdidas que genera también esta pretemporada atípica sin amistosos recaudatorios por todos los rincones del Planeta). El Valencia, el séptimo club con más abonados (40.000), suma el 45% por la televisión y el 7,85% por los abonados. Pero en el Eibar, el 95% de sus ingresos vienen por la TV (50,8M€), mientras que sus 5.600 abonados apenas aportan el 4% en el presupuesto.
Adiós al factor campo
Algunos equipos aprovecharon el parón por la COVID para acometer reformas en sus estadios: Real Madrid, Osasuna, Levante, Valladolid, Eibar y Real Sociedad. Pero más allá del factor económico y emocional del asunto del público, hay un condicionante competitivo. Se pierde el factor local y visitante. En los partidos de LaLiga post-Covid, en una clasificación virtual de visitantes aparecen dos recién ascendidos en la quinta posición (Granada, con tres triunfos y dos empates) y sexta (Osasuna, con tres triunfos, un empate y dos derrotas), cuando la temporada anterior la posición más elevada de los tres ascendidos en esta tabla virtual fue 10º (Valladolid), mientras que los otros dos ocuparon el penúltimo (Huesca) y útlimo puesto (Rayo). El Barça perdió el factor público en casa. La media de espectadores del Camp Nou en la temporada 2019-20 fue de 73.588 espectadores, la más alta de LaLiga, pero después del parón acusó el jugar sin su público. Se convirtió en el cuarto mejor local (tres triunfos, un empate y una derrota), por detrás de Atlético (cuatro triunfos y un empate), Sevilla (cuatro victorias y dos derrotas) y Real Madrid (seis triunfos); cuando en realidad el equipo azulgrana fue el mejor local de las tres campañas anteriores por delante del Atlético de Madrid.
"Antoine Griezmann, Sergio Ramos, Luka Modric, Eden Hazard, Karim Benzema, Joao Felix y Diego Costa. Todos entre los tres más poderosos. Ahora ¿son figuras de primer nivel?", se preguntaron en Olé, cuando Messi mandó el burofax al Barça anunciando su intención de no seguir la próxima temporada. Fue un ‘jab’ directo al mentón de la LaLiga (aquella que decíamos hace años que era la mejor Liga del mundo), que de 2009 a 2018 disfrutó en su pleno apogeo de la rivalidad entre Cristiano y Messi, de las que engrandece un deporte al estilo de Federer vs Nadal, Ali vs Fraizer Messi, Larry Bird vs Magic Johnson, Rossi vs Márquez o Prost vs Ayrton Senna. "El impacto de la salida de Cristiano fue casi nulo para la Liga, si se fuera Messi, lo notaríamos bastante porque es el mejor jugador de la historia del fútbol", dijo en junio Javier Tebas en RAC1. Por eso la patronal sacó ese comunicado defendiendo al Barça en el caso Messi. Estamos ante el año XVII del argentino, pero Tebas ya está preparando la transición y la estrategia venidera: “Ansu Fati será el jugador franquicia de LaLiga”.
Ya no sólo nos quitan jóvenes jugadores desde la Premier (Ferran Torres al City y Rodrigo al recién ascendido Leeds), sino también la Bundesliga (Lucas), la Serie A (Fabián Ruiz) o la Ligue 1 (Pablo Sarabia). Más fáciles de aceptar son las salidas a Oriente Medio (como las de Banega o Cazorla) en busca de un retiro dorado, pero también nos queda la sensación de que podrían haber seguido dando lustre a LaLiga uno o dos años más sin problemas. Sin Messi, el panorama habría pintado en bastos. Por ejemplo, en el equipo ideal de la UEFA el año pasado sólo había dos futbolistas del campeonato español (Messi y De Jong, teniendo en cuenta que los principales méritos del último fueron con el Ajax). En el año 2016, en cambio, ocho de los once jugadores militaban en clubes de nuestro país (Messi, Cristiano, Griezmann, Iniesta, Kroos, Modric, Ramos y Pique) y en 2015, siete (Messi, Neymar, Cristiano, James, Iniesta, Piqué y Ramos). Y en la Selección nueve de los 24 jugadores de la última convocatoria de Luis Enrique juegan en ligas foráneas (Kepa, De Gea, Eric García, Fabián Ruiz, Thiago Alcántara, Rodrigo Hernández, Dani Olmo, Adama Traoré y Ferran Torres).
El problema es que el casi adiós de Messi provoca cierta fragilidad de los clubes por mantener a sus cracks. Sin ir más lejos, el uruguayo Luis Suárez podría ser otra de las grandes bajas del nuevo Barça de Koeman. Y todos los mercados siempre hay cantos de sirena de la Premier a la estrella del Atlético, Jan Oblak. Ahora el PSG y el Arsenal están tentando a Thomas. Saúl siempre ha gustado en Old Trafford. Así que si Real Madrid, Barça y Atlético tienen dificultades para retener a sus estrellas, para los equipos del siguiente vagón de cola resulta ciencia ficción mantener a grandes cracks. El Sevilla vendió el pasado a sus estrellas (Ben Yedder, Muriel y Sarabia), pero ha mantenido el orgullo español, conquistando la Europa League, y dejando a nuestra Liga como la mejor competición en Europa en el ránking de la UEFA del último lustro. Pero el Valencia, en cambio, es una ruina porque se está deshaciendo de sus mejores jugadores. Y otros, como Athletic, o Betis, hasta vieron con buenos ojos la lluvia de millones por jugadores como Kepa, Laporte o Fabián Ruiz. Al cierre de este especial (el cierre de mercado de fichajes será el próximo 5 de octubre), la inversión de LaLiga en fichajes (280 millones de euros) sólo supera a la Bundesliga (205M€) , mientras que la Premier acumula 773M€, la Serie A 569€ y la Ligue 1 312M€. El año pasado la tendencia quedó marcada por la Premier (más de 1.560M€), Serie A (1.410M€), LaLiga (1.300M€), Bundesliga (941M€) y Ligue 1 (837M€)
La Federación (RFEF) aprobó los cinco cambios en todos los partidos de Liga de Primera y Segunda para los Campeonatos comienzan el 12 de septiembre. Asimismo, la RFEF fijó el número máximo de jugadores convocados por cada equipo y para cada partido en 23 futbolistas. Además, todos los equipos deberán comunicar a LaLiga antes del próximo día 18 el estadio alternativo en el que jugarán sus partidos si el suyo tiene que ser clausurado por razones sanitarias o por cualquier otro motivo.
Igualmente, para comenzar un encuentro, cada equipo deberá comparecer y mantener durante el mismo al menos a siete jugadores pertenecientes al primer equipo, salvo lo estipulado en las cláusulas COVID. Si el equipo no llega a ese número, la diferencia no podrá cubrirse con jugadores de otra clase o categoría y el árbitro suspenderá el encuentro, adoptando el órgano disciplinario la resolución que proceda. Si no se puede disputar un encuentro como consecuencia de hechos relacionados con el coronavirus (no disponibilidad de al menos trece jugadores entre primer equipo y filiales, imposibilidad de desplazamiento, cierre de instalaciones 48 horas antes del encuentro… ), éste deberá aplazarse a una nueva fecha.
Empieza el 12 de septiembre y finalizará el 23 de mayo en Primera (con 20 equipos). En la primera de las 38 jornadas haya tres partidos especiales, Real Madrid-Getafe, Barça-Elche y Atlético-Sevilla, sobre todo porque estos encuentros se han aplazado para que los seis equipos tengan más descanso al haber tenido que competir en Europa o en el playoff. El Atlético jugará ese partido el 12 de enero de 2021 y los otros dos serán en febrero o marzo. Además, ya se sabe que el primer Clásico será el 25 de octubre en el Camp Nou (11 de abril la vuelta) y el primer derbi madrileño será en el campo del Madrid el 13 de diciembre (7-M la vuelta).
Ante este panorama, la primera jornada tendrá sólo siete partidos en Primera. Igual que la segunda jornada (19 de septiembre), cuando ya se incorporan Real Madrid y Getafe, que cayeron en octavos de Champions y Europa League respectivamente. No será hasta la tercera jornada, momento en el que se reenganchen al resto Barcelona, Atlético, Sevilla y Elche, cuando tengamos un fin de semana pleno de fútbol que pronto se va a ver cortado por el primer parón internacional de las selecciones. Antes de ese 26 de septiembre el Sevilla deberá jugar en Budapest la final de la Supercopa de Europa.
El calendario tendrá cuatro de sus jornadas intersemanales y contará con un nuevo parón en Navidad desde el 22 de diciembre al 30 (hasta el 3 de enero en Segunda) pese a que LaLiga, en un principio, quería que se jugara incluso el 31 y había reservado en su boceto el 27 de diciembre por si, desde ahora y hasta entonces, se aplazaba algún encuentro por causas de fuerza mayor. Otro de los fines de semana que no será como los habituales será el del 16 y 17 de enero. Real Madrid, Barça, Real y Athletic disputarán desde el 13 en Arabia Saudí la Supercopa de España, por lo que sus partidos de Liga de esa jornada (se enfrentarán entre ellos (Barça-Real Sociedad y Real Madrid-Athletic) se desplazarán al 15 y 16 de diciembre. El resto jugará ese fin de semana del 17 de enero con normalidad. El Granada, si juega el playoff de Europa League, jugaría ante Osasuna el 12 de enero.
El fin de semana del 17 de abril tampoco habrá Liga. Ahí, tanto la Federación como LaLiga, llegaron a un acuerdo para fijar ese sábado la final de la Copa del Rey de la presente temporada. La otra final pendiente de la campaña anterior, la que debían haber disputado Real y Athletic en el Olímpico de Sevilla y que se aplazó por el COVID-19, se disputará antes, aún en una fecha que la RFEF debe hacer pública tras la reunión de hoy de su Comisión Gestora.
Los lunes y los viernes, suspendidos de momento
La presidenta del Comité de Competición, Carmen Pérez González, volvió a lidiar el pasado día 9 con un nuevo conflicto entre LaLiga y la Federación y anuló lo que iba a ser el partido inaugural de la 2020-21, un Granada-Athletic, fijado el día del sorteo del calendario para el viernes 11, pero que al final se disputará el sábado a las 18:00 horas, después del Eibar-Celta, que abre la competición. El tema de los partidos los viernes y los lunes se encuentra judicializado a la espera de que se celebre la vista el próximo 6 de octubre en los Juzgado de lo Mercantil con el juez Sánchez Magro, quien deberá dictar una sentencia que ponga fin a una guerra que dura más de un año. Competición rechazó celebrar partidos viernes y lunes porque al no existir entendimiento entre LaLiga y la RFEF, la única vía posible para autorizarlo es mediante el OK de la Federación. Las dos últimas jornadas de LaLiga, como ya es habitual pero esta temporada no se ha podido cumplir con el Deportivo-Fuenlabrada, será con horario unificado (El Barça acaba en Eibar, el Madrid en casa ante el Villarreal y el Atlético en Valladolid). Tras el final del campeonato llegará la final de la Europa League (26 de mayo en Gdansk) y la de la Champions (29 de mayo en Estambul). Luego llegará el turno de la Euro y los JJOO.
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J.7Camp Nou
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J.10W. Metropolitano
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J.13Santiago Bernabeu
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J.16San Mamés
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J.17Benito Villamarín
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J.26W. Metropolitano
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J.27Sánchez Pizjuán
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J.29Reale Seguros Stadium
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J.30Santiago Bernabéu
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J.35Camp Nou
La evolución de las últimas temporadas, refrendada en las pasadas Champions y Europa League, anuncia la imposición definitiva de un paradigma distinto. Es época de equipos de ritmo alto, valientes en la presión y constantes en los esfuerzos. Esta realidad no impide la variedad de estilos que se aprecian en la Liga. No se trata de una cuestión de sistema táctico —el 1-4-4-2 fue el más utilizado el curso anterior, casi el 45% del tiempo—, sino de modelos de juego que dan un toque de distinción a la competición y son representantes de las diferentes formas de entender el fútbol.
La estabilidad de Zidane
A contracorriente con lo que era hasta hace bien poco, el Madrid alzó el último campeonato a partir de su solidez defensiva y compromiso general. El giro ordenado por Zidane juntó el bloque, elevó la presión, mejoró el repliegue y custodió su área. El título vino más por lo que hizo sin balón que lo que hizo con balón. La columna vertebral formada por Courtois, Varane, Ramos, Casemiro y Benzema resultó determinante. Aunque en la Champions no le alcanza, lejos ahora de la nobleza europea, se presupone que el Madrid persistirá en esta idea.
Se aguarda el despertar de Hazard tras la decepción de su primera temporada. El belga ha de aportar mayor creatividad en los ataques posicionales, un déficit recurrente en este Madrid al que solo un Benzema superlativo pone solución. No solo puede vivir de la finura del galo, de la agitación de Vinicius y de su poder en las transiciones, donde Asensio tiene mucho que decir. El regreso de Odegaard puede provocar un nuevo orden en la medular, junto al despliegue de Valverde, aunque Modric y Kroos siempre serán necesarios en un equipo que quiera ser campeón. Zidane dispone de alternativas en el dibujo, desde el 1-4-3-3 más clásico al 1-4-4-2 en rombo, pero su mayor ambición es que el Madrid mantenga su fiabilidad defensiva como sinónimo de éxito.
La reconstrucción de Koeman
La estruendosa derrota en la Champions contra el Bayern, el intento de renovación de la plantilla y el motín ya abortado de Messi dejan al Barcelona en una situación desconocida. A Koeman le toca asumir una reestructuración de un equipo que ya no puede vivir del pasado. El técnico holandés aspira a recuperar síntomas que un día definieron al Barça como una salida de balón bien depurada y una presión altísima que acongojaba a los rivales. Es tiempo de cambios y el conjunto azulgrana no se puede quedar atrás.
Una vez se ha quedado, el primer objetivo de Koeman se centra en la integración de Messi. El nuevo entrenador azulgrana venía empleando un 1-4-2-3-1 en Holanda, con un doble pivote dinámico, extremos abiertos y un mediapunta de despliegue. Messi encontrará su espacio como '10' o como falso nueve complementándose con Griezmann o el delantero que está por venir. A Koeman le gusta que haya futbolistas que abran el campo. Dembélé y Ansu Fati son jugadores idóneos para su idea táctica, independientemente de si apuesta por ese 1-4-2-3-1 o un 1-4-3-3 más clásico. De Jong y Pjanic tienen el caché suficiente para gobernar la medular y jugadores como Coutinho, Trinçao o el fichaje que llegue ofrecerán alternativas de gran riqueza. El trío de seguridad Ter Stegen-Piqué-Lenglet también ha de marcar la diferencia. La resurrección del Barça pasa por volver a mirar al juego, adelantar su bloque, jugar en campo contrario y dar cobertura a los laterales. Desde la versatilidad y dinamismo como fuentes principales. Con Messi en el frente.
El crédito del Atlético
La palabra transición mediatizó el discurso de Simeone durante la pasada campaña. El cambio de la vieja guardia y la renovación de la plantilla excusaron una actuación irregular de principio a fin, aunque siempre competitiva. Se esperaba un conjunto de corte más atrevido, que preservara su consistencia, pero le faltó algo. Nunca fue un equipo redondo. Se achacó a su escasa pegada, pero en muchos partidos su producción ofensiva no fue suficiente. A la espera de la llegada de un mediocentro y un delantero, Simeone debe reforzar la disposición y explotar el talento de su plantilla.
Los focos apuntan a João Félix. El paso al frente que protagonizó ante el Leipzig da pie a pensar que está preparado ya para liderar una pequeña revolución en el Atlético. Tan cierto es que no se ganó la titularidad durante todo el año como que es un jugador de porte mayor. La posición de Llorente tras su reveladora aparición como segundo delantero, la contribución de Koke y Saúl y el rendimiento de los laterales son otros asuntos decisivos en el futuro próximo rojiblanco. Las dudas también se asientan en su defensa del balón parado y en saber si Simeone está dispuesto a abrirse a nuevos matices tácticos. No se trata del mantra del 1-4-4-2, sino en si apuesta en adelantar el bloque y ser más propositivo en algunos contextos.
El ritmo del Sevilla
La vigencia española en Europa se reivindicó a través del Sevilla. Fue el único equipo capaz de imponerse en este nuevo fútbol a toda prisa. El olfato imperecedero de Monchi y el liderazgo en el banquillo de Lopetegui han moldeado un proyecto cautivador al que no se le ve techo este curso si mantiene el camino seguido. El Sevilla compite, juega y no perdona. Con el 1-4-3-3 como esquema básico, su propuesta de juego transmite verticalidad, empuje y orden.
Lopetegui enfoca a las bandas con laterales de amplio recorrido, posibilita la llegada masiva de jugadores a zona de remate y aprisiona al rival con un posicionamiento alto.
La activación tras pérdida y rápida recuperación son axiomas inflexibles para el entrenador vasco. El adiós de Banega, al que parece imposible encontrarle sustituto, incluso para Monchi, supone un contratiempo a solucionar. Ni el ilusionante regreso de Rakitic camuflará su ausencia en un Sevilla que se construye desde atrás y rompe hacia delante. Koundé y Diego Carlos —irreconocible en la fase final de la Europa League— aseguran la zaga y Fernando será el cortafuegos en las contras rivales. La eterna juventud de Navas, el poder de Ocampos, la zurda de Suso y la importancia, más allá del gol, de De Jong son el mejor síntoma ofensivo de un equipo con vocación de triunfar.
Los viejos y los nuevos
La Liga que llega es una clara apuesta por la continuidad a nivel táctico. La sugerente hoja de ruta de Imanol en la Real Sociedad, la solidez del Athletic de Garitano, el juego directo y coral del Granada de Diego Martínez o la estrategia abrasiva y animosa del Getafe y el Eibar despuntan de distinta forma, pero todas eficaces. Las mudanzas se vivirán en los banquillos con nuevos técnicos. Emery (Villarreal), Gracia (Valencia), Pellegrini (Betis) y Machín (Alavés) son las únicas nuevas caras en los clubes que ya militaban el pasado curso en la competición.
Será interesante comprobar cómo puede mejorar Emery al Villarreal, con el 1-4-4-2 que está luciendo en pretemporada, sin desvincularse del plan de Calleja. En el Betis parece que Pellegrini pretende tener más equilibrio con un doble pivote en 1-4-2-3-1 y en el Alavés ya se ve el sello que aspira a implantar Machín con sus tres centrales y dos carrileros. Menos certezas se advierten en un Valencia que sufre enormes transformaciones y al que Javi Gracia deberá reconstruir durante la propia competición. De los ascendidos, a la espera de cómo estructure Almirón al Elche, se espera que el Huesca sea fiel al sistema táctico de cabecera de Míchel (1-4-3-3) y a su personalidad osada, mientras que el Cádiz de Cervera saque resultados de su bloque bajo, las transiciones y el balón parado.
- 1928-1940
- 1941-1950
- 1951-1960
- 1961-1970
- 1971-1980
- 1981-1990
- 1991-2000
- 2001-2010
- 2011-2020
- 1928/1929Barcelona
- 1929/1930Athletic
- 1930/1931Athletic
- 1931/1932Real Madrid
- 1932/1933Real Madrid
- 1933/1934Athletic
- 1934/1935Betis
- 1935/1936Athletic
- 1939/1940Atl. de Madrid
- 1940/1941Atl. de Madrid
- 1941/1942Valencia
- 1942/1943Athletic
- 1943/1944Valencia
- 1944/1945Barcelona
- 1945/1946Sevilla
- 1946/1947Valencia
- 1947/1948Barcelona
- 1948/1949Barcelona
- 1949/1950Atl. de Madrid
- 1950/1951Atl. de Madrid
- 1951/1952Barcelona
- 1952/1953Barcelona
- 1953/1954Real Madrid
- 1954/1955Real Madrid
- 1955/1956Athletic
- 1956/1957Real Madrid
- 1957/1958Real Madrid
- 1958/1959Barcelona
- 1959/1960Barcelona
- 1960/1961Real Madrid
- 1961/1962Real Madrid
- 1962/1963Real Madrid
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El fútbol es un deporte cambiante, aunque su esencia sea la misma. Al igual que los estilos de juego van cambiando (se ha pasado del predominio del tiqui-taca a box to box) las reglas del fútbol también van modificándose y adaptándose a las nuevas demandas. La IFAB acometió un gran número de reformas en su reglamento de cara a la temporada pasada, creando algunas de ellas grandes polémicas. Por ello, de cara a esta nueva campaña, han actualizado y modificado para seguir mejorándolas. Como es el caso de las manos.
Al criterio de cuándo se debe pitar mano (voluntaria, antinatural, brazo a la altura del hombro o por encima y manos que generen gol) y cuándo no (el balón es jugado por un defensor y da en su propia mano, el brazo está en posición natural o la mano se produce estando entre el cuerpo y el punto de apoyo mientras se busca estabilidad) se les ha hecho dos aclaraciones. La primera es para distinguir qué es brazo y qué es hombro. Para ello, se entenderá que si el balón impacta en una zona superior a la axila del futbolista no deberá ser sancionable. También, para esta temporada se hace hincapié que para sancionar una mano fortuita del atacante sólo conllevará sanción si la acción acaba inmediatamente en gol o manifiesta de gol.
Otras de las grandes novedades están relacionadas con los penaltis. La pasada temporada se dieron varios casos en los que el portero se adelantó en un lanzamiento de penalti (desde hace un año basta que tengan sólo un pie sobre la línea en el momento que el atacante realice el lanzamiento) y al cometer infracción veía amarilla. Algo que escandalizó a todo el mundo del fútbol al considerar un castigo excesivo. Por ello, a partir de ahora sólo se advertirá verbalmente en caso de cometer esa infracción y se mostrará amarilla si se adelanta de manera reiterado haciendo caso omiso a las advertencias del árbitro.
El segundo cambio en la norma que guarda relación con las penas máxima consiste en que el portero y el ejecutor cometan una infracción al mismo tiempo. En este caso, será sancionado el atacante. Y, por último, está la variación en las amarillas mostradas en las tandas de penaltis. Si un jugador vio amarilla durante el tiempo reglamentario o la prórroga y ve una segunda durante dicha tanta, no será expulsado.
Unas nuevas normas que estarán vigiladas no sólo desde el campo por el árbitro, sino también desde el VAR. Esta herramienta se consolida en la que será su tercera temporada y con un nivel de intervención cada vez más alto para que no se escape ningún error claro y manifiesto. Prueba de ello es el incremento de intervenciones de una temporada a otra: en la 2018-19 fueron 121 y en la 2019-20, 156.