Si en 2020 nada será como lo habíamos soñado, las personas en general y en el fútbol en particular, la frustración y la incertidumbre se multiplican exponencialmente en un Espanyol que viene de completar la peor temporada de su historia pero que cuenta muy a su pesar con un objetivo más definido, necesario, obligado e imprescindible que los de ningún otro rival. Solo le vale regresar a Primera. Y en su tambor dispone de una única bala.

De poco sirven a estas alturas los lamentos por haber sido colistas de LaLiga por primera vez en 85 temporadas, por haber sumado 25 puntos y cinco victorias en 38 jornadas, o por haber contado con hasta cuatro entrenadores (y dos directores generales destituidos), todo ello en el año de concurso europeo y con un desembolso récord en fichajes. Quizá sí sirva para aprender. Por ejemplo, de que las inversiones deben volcarse en el mercado de verano y no esperar a enero, cuando ya sea tarde. Trata el Espanyol antes del cierre de esta ventana de echar el resto para que el presupuesto, que ahora se reduce a la mitad respecto al curso pasado, no se reduzca dramáticamente la próxima temporada. Es decir, para subir sí o sí.

La marcha del club perico es lenta por exigencias del guion. Por un dejen salir antes de entrar elevado a la enésima potencia, ya que de lo contrario acabaría el mercado sin poder inscribir a todos los jugadores. Un cambio de era han representado las salidas de Javi López y de Víctor Sánchez, capitanes y veteranos de un vestuario en que sí han renovado Diego López, Dídac y Wu Lei. Y en el que los refuerzos van llegando a cuentagotas: Fran Mérida, Miguelón, Óscar Gil… Y lo más importante, un entrenador, Vicente Moreno, que parece idóneo para un reto tan concreto y arduo como el de este Espanyol.

Además de la adaptación a la categoría (por ahí van los fichajes), implementar la contundencia en las áreas, defensivamente y con goles, es el gran desafío de Moreno, de la dirección deportiva comandada por Rufete y de todo el club hasta alcanzar a Chen Yansheng, pues por ello pasa el éxito de la temporada. Tan simple como eso. Y tan difícil, teniendo en cuenta que Cabrera, Marc Roca o RdT penden de un hilo. En la era de la COVID-19, incertidumbre elevada al cuadrado y una tremenda certeza: subir es la única opción.

Cinco ascensos (en uno, como jugador, anotó el gol que subió al Xerez a Primera), tres de ellos en los últimos siete años como entrenador de Nàstic y Mallorca, avalan la trayectoria de Vicente Moreno y su fichaje por un Espanyol que tiene encomendada una misión que él conoce al dedillo: pasar de Segunda a Primera. El rey Midas de los ascensos, sin embargo, no recala en el RCDE Stadium como un técnico transitorio, y mucho menos después de lo que costó (en semanas de tiempo y sacrificios) que se desvinculase con el Mallorca. Su misión, y por eso seguramente aceptó la propuesta perica, responde al medio-largo plazo. Por eso firmó por tres temporadas. Por eso, se involucra en la confección de la plantilla. Y por eso será el primer interesado y beneficiado si se consigue el obligado retorno a Primera.

Seguramente no se engaña Moreno, quien sabe que deberá remangarse para cumplir esa perspectiva, en un club que la temporada pasada contó con cuatro entrenadores distintos. Su secreto, además de conocer la categoría y calar entre los futbolistas que ha tenido a sus órdenes, que no es poco, pasa por la capacidad de adaptación. No se ciñe a un dibujo, sino que se sirve de ellos para acoplarse a su plantilla. En términos prácticos, jugará Vicente Moreno abierto, con laterales ofensivos y extremos, pero también con interiores. Buscará el balón. Y tratará de ser pragmático. Así se asciende.

“He tomado la decisión de quedarme en el Espanyol y de disputar la Liga de Segunda División con mi equipo”. Una sencilla frase, en una entrevista con la televisión pública china, reafirmó este verano a Wu Lei como uno de los iconos del club perico. Desde el punto de vista futbolístico, mercadotécnico y ahora también sentimental. Para muchos, su lealtad es encomiable. Digna de aplauso. No en vano, Wu Lei aterrizaba en el Espanyol en invierno de 2019 rodeado de incertidumbre. La de no haber jugado nunca fuera de China a pesar de tratarse del Balón de Oro de su país. La de la opacidad en un contrato cuyos pormenores económicos aún a día de hoy no están del todo claros. Y la duda de si se trataba de una operación más de márketing que de fútbol. Pero el atacante ha ido respondiendo a todas estas cuestiones, con un fútbol cada vez menos anárquico y más ‘europeo’ y con una ampliación de su compromiso mucho más allá de lo que se esperaba. No solo cumplirá Wu Lei el contrato que le vinculaba al Espanyol hasta el 31 de diciembre de este 2020, ampliable a otro año natural más, sino que ha decidido renovarlo hasta el 30 de junio de 2024. Un jugador que será sin duda muy aprovechable en Segunda.

Hace un año, en las previas de la Europa League, se convertía en el primer futbolista nacido en el siglo XXI que debutaba con el Espanyol. Lo hizo a las órdenes de David Gallego, que ya en el filial le había dado la alternativa con 17 años. Y ya con 19, en el tramo final de una Liga 2019-20 decidida, Rufete le hizo sumar minutos. Rodaje. Nico Melamed es una de las grandes perlas de la cantera del Espanyol. Lo atestiguan la procedencia de ‘scouters’ que lo siguieron el curso pasado con el filial (en el que anotó siete goles), de Real Madrid, Barcelona, Chelsea o Bayern. Y su carácter de internacional en categorías inferiores, incluida la Sub-19… La española, aunque la argentina, por sus orígenes (y por su enorme potencial, claro está), también lo merodea. Mediocentro ofensivo o mediapunta, es jugando por dentro por donde se desarrolla mejor este menudo jugador que también tiene desborde por fuera, como ya ha demostrado en acciones concretas con el primer equipo. Y mucho futuro por delante.

Esperanza es la palabra clave para afrontar la temporada en Segunda de un Espanyol cuya preparación ha mostrado que los jugadores, y en parte también la afición, están todos enchufados, animados e ilusionados ante el reto que tienen por delante, y pese al varapalo que supuso el descenso. A falta de definir la plantilla, que puede sufrir aún sensibles vaivenes, lo que se puede sacar en limpio es la idea de Vicente Moreno. En sistema, un 4-2-3-1. En presencia, un equipo que inicia el juego desde atrás con los centrales, con los laterales más abiertos que de costumbre, que conecta con los mediocentros y estos, con el mediapunta, de quien parten las soluciones en ataque.

No teme el Espanyol al protagonismo, todo lo contrario, en una categoría donde será la referencia pero donde deberá saber también adaptarse a diferentes contextos de partido. Y en la que será crucial tener paciencia, porque aun en el mejor de los casos habrá altibajos, todos los equipos los tienen. Todo dependerá obviamente de los resultados, de estar siempre conectado a la parte alta, pero sobre todo de las sensaciones que transmitan los jugadores. Si es con Cabrera y RdT, mejor que mejor. Y si no, a fichar sí o sí un central y delanteros.

*Veterano del Espanyol

Inaugurado oficialmente el 2 de agosto de 2009, el Estadi del RCD Espanyol Cornellà-El Prat comenzó a gestarse en 2002, cuando el club decidió organizar un concurso internacional para escoger su nueva sede. El proyecto ganador fue el de los arquitectos Mark Fenwick y Esteve Gasulla, que proyectaron un estadio para 41.000 espectadores entre los términos municipales de Cornellà y El Prat de Llobregat.

Predominio del 1-4-2-3-1

Vicente Moreno ya apostó fuerte por el 4-2-3-1 en su etapa en el Mallorca, aunque introdujo variantes tras la recuperación de la lesión del Cucho Hernández y el paso al frente de Kubo. En el Espanyol parece que mantendrá su idea.

Como prácticamente todos los equipos de Segunda División, el once y el esquema dependerá de las bajas y altas de última hora. Sin ir más lejos, el estelar Raúl de Tomás será indiscutible si se queda, pero su continuidad es toda una incógnita. Como lo es el lateral, con Óscar Gil y Miguelón por un puesto. Al igual que en la portería con Oier y Diego López.