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Elden Ring

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Guía completa

Guía Elden Ring: cómo derrotar a Morgott, Rey de los Augurios

Ha llegado la hora de luchar contra Morgott en Leyndell, la Capital. Una batalla espectacular y realmente exigente. Descubre la mejor manera de acabar con él.

Guía Elden Ring: cómo derrotar a Morgott, Rey de los Augurios

Elden Ring tiene muchos jefes finales, y si pensabas que todos los que has derrotado hasta ahora eran difíciles, es porque todavía no conoces a Morgott, Rey de los Augurios. Disfruta de un combate absolutamente espectacular y conoce los mejores consejos y estrategias para hacer frente al guardián del Árbol de la Capital.

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Cómo derrotar a Morgott, Rey de los Augurios

No es una locura afirmar que se trata de uno de los jefes más difíciles de Elden Ring, si tenemos en cuenta el momento en el que llegas. Es duro, no para de atacar y su magia es muy poderosa. Por suerte, también es débil a los golpes físicos y deja algún que otro momento de descanso para que puedas hacerle daño. Te contamos la mejor estrategia para encarar cada fase.

  • Primera fase del combate: su enorme espada es lo que menos te preocupa. Lo realmente peligroso son las armas eléctricas que es capaz de invocar en cuestión de milésimas de segundo. No las bloquees; en su lugar, esquiva. Puede lanzarla desde lejos o bien realizar un salto y clavarla sobre ti. En ambos casos debes rodar hacia un lado y acto seguido atacar una o dos veces y alejarte de él hasta detectar qué va a hacer. En algún momento también invocará un gran martillo, y ante eso lo mejor que puedes hacer es olvidarte de atacar y rodar “hacia la pantalla” para librarte del daño de área. También provoca una lluvia de dagas; si la ves, mantente alejado y espera con paciencia a que termine.
  • Segunda fase del combate: ahora su espada será imbuida en electricidad permanente, pero también se teñirá de rojo para provocarte hemorragia. El tiempo juega en tu contra porque bloquear ataques no evitará que sufras daños. Para colmo, a veces tratará de agarrarte para ejecutarte: si comienza a correr con una mano alzada, sal corriendo tú también. La táctica lenta pero segura es mantenerte lejos, y cuando intente agarrarte, huir y buscar su espalda para atacar. La valiente consiste básicamente en esquivar sus espadazos rodando y atacar en cuanto puedas.