Vicente Moreno: el rey Midas de los ascensos aterriza en el Espanyol
Ha logrado cinco. Como entrenador, en siete temporadas ha subido tres veces y otras dos se ha quedado en la orilla. De jugador, uno se certificó con un gol suyo.
Un detalle demuestra el increíble idilio de Vicente Moreno, el nuevo entrenador del Espanyol, con los ascensos. Un cabezazo suyo, el 13 de junio de 2009 en Chapín contra el Huesca, certificaba el retorno a Primera del Xerez tras 62 años de ausencia. Como jugador, y en el mismo club, ya había participado ocho años atrás del ascenso a Segunda A. Serían los inicios de una especialidad a la que ha acabado de tomarle la medida, y de qué manera, durante su etapa en los banquillos.
Al mando del Xerez, al que dirigió en la temporada 2011-12 colgando precipitadamente las botas tras 11 cursos en el equipo andaluz (en el que coincidió, entre otros, con el jugador perico Víctor Sánchez), salvó la categoría de plata a un club que estaba ya entonces abocado a la quiebra, como se certificó poco después con su caída a los infiernos. La segunda hazaña la protagonizaría ya en el Gimnàstic de Tarragona, en la campaña 2013-14, cuando obró una racha de diez victorias seguidas y se quedó a las puertas de Segunda A tras disputar una promoción ante el Llagostera repleta de polémicas arbitrales.
Pero por poco tiempo se quedaría Moreno con la espina clavada, ya que al curso siguiente ascendería con el Nàstic tras proclamarse campeón del Grupo III y superar en eliminatoria única al Huesca, de nuevo como en su etapa de jugador, sin perder ninguno de los partidos (0-0 en El Alcoraz y 3-1 en el Nou Estadi). Meteórica iba a ser la proyección de los grana, ya que un año después, en la temporada 2015-16, los metió terceros en Segunda A, con 71 puntos, a solo puntos del ascenso directo y en playoff. Osasuna les acabaría apeando del sueño.
Tras dos campañas increíbles al frente del Nàstic, la tercera no salió como estaba previsto, o más bien sí salió a la altura de la realidad de la plantilla, y el entrenador valenciano fue destituido en diciembre, tras la jornada 19, cuando los tarraconenses marchaban colistas a seis puntos de la permanencia. Se acabarían salvando.
Pero no hay mal que por bien no venga, y a Moreno la experiencia le valió para aprender, coger aire y mejorarla aún más al frente del Mallorca. Recogió al inicio de la temporada 2017-18 a un equipo que acababa de bajar a Segunda B y que tenía la urgente obligación de volver a subir, como le sucede ahora al Espanyol con Primera, y no le tembló el pulso. Ascendió a lo grande, como líder absoluto del Grupo III, a ocho puntos del segundo, apeando sin titubear al Mirandés (3-1 y 0-0) e incluso proclamándose campeón de toda la Segunda B, en la eliminatoria extra contra el Rayo Majadahonda.
Igualado con los bermellones lo que ya había logrado en el Nàstic, el reto ahora consistía en lograr dos ascensos consecutivos. Y vaya si lo consiguió. Acabó el Mallorca quinto el campeonato regular en Segunda A, y en la promoción superó primero al Albacete (2-0 en Son Moix y 1-0 en el Carlos Belmonte) y después al Deportivo de A Coruña, además con toda la épica del mundo, al remontarle el 2-0 de la ida en Riazor con un espectacular 3-0 en casa. De cine.
Con el Mallorca en Primera seis años después, pero con una plantilla en la que hasta 12 futbolistas venían de jugar en Segunda B, aguantó Vicente Moreno con opciones de permanencia hasta la penúltima jornada. Más que el Espanyol, que prácticamente le triplicaba el presupuesto (33,5 millones contra 86,1).
Tras quedarse en la orilla de alcanzar otro milagro, Moreno se embarcará en un club perico que está obligado a retornar en un año a Primera. Y lo hará con un técnico que en sus últimas siete temporadas ha logrado tres ascensos y ha merodeado otros dos. A priori, la elección se antoja acertada.