Rudy y Llull dan ejemplo
La Selección de baloncesto 2022 arrancó este martes en Madrid con una presentación en la que se repitieron palabras como “ilusión”, “ganas”, “esfuerzo”, “responsabilidad”, “unión”, “ejemplo”… Estamos ante un equipo diferente al que estábamos acostumbrados en los últimos años, incluso podríamos decir en lo que llevamos de siglo. Hay una renovación que afrontar, un cambio que empieza en el Eurobasket de septiembre. Por eso es el momento de asumir que los jugadores que se han retirado ya no van a volver. Y los que se han quedado por el camino por lesiones o por decisiones algunas veces extrañas no van a jugar este campeonato. Y que la nacionalización de Lorenzo Brown nos puede gustar más o menos, que es más bien menos, pero quien está aquí es él, junto a otros 21 jugadores profesionales de basket. Dos de ellos, además, vienen lesionados, Usman Garuba y Alberto Abalde, lo que indica un compromiso. Ya no es el momento de llorar, sino de trabajar. Porque sólo hay una cosa, sólo una, que la afición no va a perdonar: que no se dejen el pellejo en el intento.
La transmisión de este espíritu, según se comprobó en el acto, recae en los dos capitanes, Rudy Fernández y Sergio Llull, el enlace entre la etapa más gloriosa y lo que venga en el futuro, que todavía es un enigma. Los dos veteranos hablaron de unos “valores innegociables” de la Selección, de “un ADN”, que no es otra cosa que darlo todo desde el momento en el que te enfundas una camiseta con tanto peso. Sergio Scariolo, el técnico que debe fusionar las dos épocas y buscar las soluciones, también lo tiene claro: “Es importante que el ejemplo se traslade”. Porque vamos a ser sinceros: el equipo actual, con escasa experiencia internacional, no saldrá entre los favoritos a las medallas por primera vez en mucho tiempo. Pero eso no les quita el derecho a competir y a luchar por lo máximo.