Merci, Brest

Ya sólo por el hecho de jugar contra el Real Madrid en la Champions y protagonizar un camino tan inesperado, clasificándose a los dieciseisavos siendo, por ránking, el peor equipo de la competición, merece todos los decoros posibles hacia el Brest. Los bretones, un conjunto aguerrido, un compendio de guerrero que no le teme a nada ni a nadie, jugaba hace cinco años en Segunda División. Ahora, se ha codeado con los grandes de Occidente y han desafiado cualquier lógica.

Habiendo empatado al Bayer, derrotado al PSV, ganado en Praga o Salzburgo, el Brest es el último reducto de lo nostálgico, de la clase obrera, de lo antagónico al fútbol moderno. Con un presupuesto ínfimo, más diseñado para salvarse en su Liga que para jugar la Champions, los de Roy han protagonizado una epopeya posiblemente irrepetible en la historia del fútbol francés.