Flaquezas del derbi del comunicado

El VAR. El derbi del comunicado terminó en empate después de un partido que enseñó más flaquezas que fortalezas en Madrid y Atlético, simbolizadas en dos partes que no tuvieron nada que ver. La primera fue tan burocrática que el Madrid no tiró a puerta; y el Atleti sólo lo hizo en el penalti de Julián Álvarez. Un penalti, también, burocrático, de esos que se pitan con el Nuevo Testamento del fútbol (año VII después del VAR), pero que es difícilmente aceptable para los que vieron (vimos) otro fútbol. El balón ya había pasado cuando Tchouameni derribó a Lino. “Penaltis residuales”, les llaman los marcianos arbitrales. Antes, un penalti era la pena máxima. Con el tecnológico 0-1 (magnífica, por cierto, la definición de ‘La Araña’ ante Courtois), a Simeone le tocaba decidir si jugar la segunda parte a lo grande explorando las debilidades defensivas del Madrid, o mantener el plan. Seguro que sopesó las consecuencias que tendría seguir esperando, porque sabía que el Madrid se le montaría encima. Pero decidió seguir así.

Los cambios. El Madrid tardó muy poco en empatar; y tuvo un arreón de un cuarto de hora al que pareció que no resistiría el Atlético. Un Ceballos mejorado, que también puede dar gracias a que el VAR se use como en un bingo, porque se jugó la expulsión con un entradón innecesario en la primera parte, se puso al mando de las operaciones. Rodrygo hizo daño en la derecha. Vinicius y, sobre todo, Bellingham, que no estuvo bien con la espada, pisaron mucho más el área. Simeone, que para bien o para mal siempre pareció llevar la iniciativa en el banquillo, advirtió que Giuliano y Lino se estaban quedando sin aire y metió a Nahuel y Reinildo para oxigenar las bandas. También observó que las piernas temblaban, así que llamó a Koke para que presumiese de escudo. Luego, sacó a sus armas de destrucción masiva en París y Montjuïc. Era el momento de Correa y Sorloth, los héroes de los partidos contra el PSG y el Barça. Ancelotti esperó para mover pieza. Primero, lo hizo en el medio con Modric y Camavinga, pero casi hasta el final no se atrevió a quitar a ninguno de sus cuatro magníficos. Brahim podía tener la llave del partido contra un Atlético cerrado, pero el Madrid del final también era un equipo caótico, que dejó un océano de espacios en el centro del campo. La noche terminó caótica, una moneda al aire. Pudo ser de los dos, no fue de ninguno; y deja la Liga como estaba con una diferencia. El Barça, “el mejor equipo” según Simeone, jugará con el colmillo afilado esta noche en la bombonera de Nervión.

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