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El extenista Nadal

Rafa Nadal reconoce que no le gustan mucho los homenajes. De hecho, este martes se le notó en algunos momentos turbado ante las altas dosis de calor que recibió del mundo olímpico en un acto organizado por el COE, que podría traducirse, por qué no, como el aplauso del deporte español a su mejor deportista de todos los tiempos. Eso que los anglosajones llaman el GOAT, las siglas de The Greatest All Time. El ya extenista (qué raro se hace ponerle el prefijo ex) no parece sentirse demasiado a gusto en ese papel, más acostumbrado a ganarse las ovaciones, raqueta en mano, en un estadio con la grada abarrotada. Pero sabe que estas muestras de cariño son necesarias, quiere prestarse a ellas para agradecer y devolver el afecto a tanta gente que le ha acompañado. Eso también incluye a los medios de comunicación, a los que ayer volvió a citar en sus discursos. Siempre lo hace.

Después de tres meses “sin tocar la raqueta”, y aclimatándose a su nueva vida, Rafa ha empezado a dejarse ver en diferentes escenarios. Y seguirá haciéndolo durante el resto de 2025. El año pasado evitó este tipo de agasajos, sobre todo en los torneos. Quizá porque no tenía tomada definitivamente su decisión de retirarse. O quizá, sencillamente, porque se azora ante tanto ardor. Sí se dejó acariciar en el Madrid Open… y poco más. Después, su despedida en la Copa Davis resultó un tanto gris, en horario de madrugada y tras una eliminación inesperada. Fue un adiós frío que no lució a la altura del personaje, esa es la verdad. Y una razón más para compensarlo con eventos como el celebrado en el Comité Olímpico Español, y otros que están por venir. Nadal ya sabe cuánto se le admira, realmente no necesita comprobarlo. Pero él también quiere dar las gracias. No sólo recibirlas. El homenaje es mutuo. Otro de sus muchos ejemplos.

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