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007: The World is not enough

007: The World is not enough

The World is not enough

Antes de que la moda por los agentes secretos y los simuladores de espionaje se elevara como la espuma y dejara huella entre los millones de usuarios consoleros, había un hombre solitario enfrentado a toda una corporación de conspiradores, el único que prefería antes una trozo de trapo bañado en éter para adormecer a traición a todos los guardias merodeadores de una zona, que disparar como un descosido ayudado por una AR-90 semiautomática con ráfagas de 15 balas entre descarga.

Tuve que moverme ávidamente por la parte inferior del piso, y eliminar a los más de 6 humanos que había, para posteriormente, ascender arrriba haciendo uso de los bloques de madera. Ya en la parte superior, salí por la única puerta dispuesta en ese momento, donde lamentablemente había dos seres más dispuestos a fenecer. Así que una vez criando málvas, descendí por la rampa hasta otra estancia semejante a la anterior.
La cosa fue algo distinta, porque el hombre que observaba cerca de la baranda debía padecer algún tipo de atrofia ocular, puesto que me fue de suma sencillez hacerlo caer, mientras tanto, a la altura izquierda de su cadáver, y siempre hablando del piso inferior, había más rehenes con un par de guardias fácilmente aturdibles (B).

Haciendo uso del reloj gancho que Q me había preparado, lo lancé a la viga que posaba justo sobre mi cabeza, destacable por tener marcadas rayas negras y amarillas. Entonces puede ver a la lejanía, sobre el montón de cajas que había un precioso chaleco antibalas que gritaba mi nombre, por lo que no puede negarme a esas súplicas. Retorné al lugar donde pendía el hilo por el que había trepado anteriormente, y salí por la puerta dirigiéndome a una pequeña caseta. Recibí el mensaje desde la central del MI-6 avisándome que la mujer se estaba escapando, así que aceleré como nunca mi marcha sabiendo que errar a estas alturas sería un suicidio. Corrí por la derecha disparando a los dos hombres que me venían por delante (otra vez eran un par de buzos) y apunté al cúmulo de cajas del fondo, donde había un francotirador y un compañero suyo. La Magnum .44, sin duda, es la que mejor podría haber escogido para tan puntual ocasión, especialmente por su devastador poder y lo bien que se maneja en estas situaciones. Tuve que girar por la derecha, porque precisamente no había más camino por donde andar, y subí por las escaleras que había nuevamente a la derecha, donde hasta 4 guardias se interponían en mi camino directo a la boca de la estación (A).