Zidane, en el país de las maravillas

El cabezazo epistolar que Zizou propinó a Florentino Pérez el pasado lunes en este periódico ha cambiado completamente el concepto que muchos tenían del entrenador francés. El técnico que siempre se había mostrado educado y sereno sacó a relucir toda su inquina en una misiva que dejó ojipláticos a los dirigentes blancos. ¿Llevaba guardándose ese veneno desde diciembre, cuando se publicó que si no se clasificaba en Champions sería destituido? Haber aguantado cinco meses con ese rencor parece haber mutado el carácter sosegado del entrenador, al que ya vimos rebrincarse varias veces en la sala de prensa ante preguntas que no le gustaban.

Hay que explicarle a Zidane , pues parece no saberlo, que en cualquier club de la entidad del Real Madrid, cuando se está a punto de caer eliminado en la primera fase de Champions ante equipos menores y se está en la Liga lejos del liderato, el entrenador siempre estará cuestionado por los dirigentes. Es más, otro técnico que hubiera caído en la Copa y en la Supercopa a las primeras de cambio ante rivales modestos hubiera salido fulminado. Su temporada sin títulos ha estado llena de malos momentos y de malas decisiones, y en ese panorama el banquillo del Madrid es la silla eléctrica. A Zizou le han aguantado mucho más que a otros, y si no que le pregunte a Ancelotti.

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