Una sonrisa pese a todo

El 2 de febrero, en una fría mañana en Palma, Albert Torres acudía a la salida del Trofeo Palma, el que cerraba la Challenge de Mallorca 2025, con una sonrisa. Saludos a compañeros y amigos, también a periodistas, con el brazo en cabestrillo, todavía con las lesiones visiblemente presentes tras un accidente días antes. Sin embargo, pese a estar de espectador y no sobre la bicicleta ante su gente, Albert tenía la sonrisa en su rostro en todo momento. Es decir, en una etapa complicada, con la suerte de lado, sin poder ejercer su profesión, mantenía el ánimo, dentro de lo que es una grave lesión, intacto. Dice mucho de su forma de ser.

Diez meses después de aquello, la sonrisa sigue en el rostro de Torres, y es que el arcoíris ilumina la cara a cualquiera. Con su fuerza de voluntad en el momento más bajo, el balear se enfrentó a la adversidad y, con 35 años, se proclamó campeón del mundo en el Velódromo de Chile. Por desgracia, y más tras acariciar una medalla olímpica y salir de aquellos Juegos de París previo paso por un hospital, era fácil el haber dicho hasta aquí: carrera laureada, un gregario y gran compañero en carretera, del que solo dicen buenas palabras en el Movistar, y un palmarés que ya era envidiable en la pista. Pues un arcoíris más que añadió y en el ómnium, una de las pruebas más completas que existen. Cierto es que el desenlace de su título Mundial tuvo de todo y una carambola (previo trabajo anterior) que le dio el oro. ¿Suerte? Todo pasa por algo.

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