Sergio Scariolo, más difícil todavía
En su día, Sergio Scariolo parecía limitarse a pasar por allí. Como si su discreto encanto y su incuestionable presencia mediática bastaran para dirigir a una Selección española estruendosa, que parecía ganar por imposición, por el peso específico de su colección extraordinaria de talento. Pero el buen gestor es el que disimula y se quita de la foto, el que parece no estar cuando las cosas marchan. España acumuló dos Europeos y una brillantísima plata olímpica en Londres 2012 (el partido del milenio II en la final contra EE UU), y volvió a llamar a toda prisa al italiano cuando las cosas fueron mal después, sin él. Tras el infame Mundial 2014, volvió Scariolo. Desde entonces…
Desde entonces, España ha ganado otro Europeo, un Mundial, otra medalla olímpica y otro bronce continental. Y a medida que la generación de los Junior de Oro ha ido pasando, la ascendencia de Scariolo ha sido más notable, más ineludible. Su huella en el Mundial 2019 resultó imposible de sortear, decisivas sus emboscadas y giros tácticos en batallas tremendas, para el recuerdo, contra Serbia o Australia. Esa mano, ese talento en la dirección, pasará ahora una prueba mayúscula en el que España huele a equipo de entreguerras precisamente cuando el torneo presume de cartelón: Giannis, Doncic, Jokic, Gobert, Sabonis, Larkin…
España es un equipo más corto, con menos talento y menos experiencia. Muy nuevo. En las cuentas de hace unos meses entraba Ricky Rubio, que no estaba descartado del todo hasta que se rompió los ligamentos en diciembre. En las de hace unas horas estaba Sergio Llull, que parecía esencial en el tránsito de la anterior Selección a la próxima. Clave en un equipo en el que repiten cuatro de los últimos Juegos, hace menos de un año; y tres del Mundial 2019: solo un 25% del grupo del Eurobasket 2022 fue campeón del mundo hace tres años. También con menos NBA (tres), y menos peso en la gran Liga, de lo que llegamos a considerar normal en los buenos tiempos. Es una España que cuenta menos, de la que no se habla para grandes cosas. Pero que tiene ADN y tiene gestor, el puño de hierro en guante de seda de Sergio Scariolo. ¿Se acuerdan de lo que dijo Djordjevic antes de jugar contra la Selección en el Mundial de China? “A mí España no me engaña. Siempre hace lo mismo, y cuando llegan los minutos importantes…”. Pues es… pero esta vez más difícil. Mucho más. Veremos: hay que jugar.
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