King’s League, ‘pique’ de atención
Ha comenzado la Kings League, esa suerte de fútbol 7 donde los espectadores votan las reglas y los árbitros llevan micrófono. Esa liga donde los presidentes son streamers. El éxito es obvio. Hay una mezcla entre la velocidad de los videojuegos, la espontaneidad del patio de colegio y la cercanía de un reality show. Algunos de sus ingredientes lo hacen muy adictivo como la duración (40 minutos) o que no se permitan los empates. Emplean un comodín secreto por partido, que recuerdan a las pruebas de Supervivientes. Es más, los equipos mezclan jugadores amateurs y ex profesionales que sería como si estuviesen juntos los concursantes de Gran Hermano y los de Gran Hermano VIP.
Ahora bien, ¿perjudica a la Liga? ¿Es una competencia? ¿O tal vez se favorecen mutuamente y pueden convivir? A priori, no tienen nada que ver (ni en normas ni en emisión), pero se les compara y relaciona porque el gran temor en el mundo del fútbol es perder al público joven y, por tanto, poner en riesgo la afición del futuro. Por eso, se mira de reojo esta fórmula ya que, tal vez, ofrezca algunas claves que ayuden a mejorar.
El interés también es a la inversa y uno de los puntos fuertes de la Kings League es que se beneficia de la participación de legendarios ex jugadores de LaLiga. Eso legitima al campeonato de Piqué y Llanos, y les ofrece una dimensión mediática aún mayor. Es como si en un grupo de versiones de los Beatles y Queen tocasen Ringo Starr y Brian May.
¿Tiran los ex jugadores piedras contra su propio tejado al participar? Ahora mismo no, porque desconocemos si la Kings League será flor de una temporada o se convertirá en un fenómeno aún mayor. Lo que ahora parece un movimiento alternativo de espíritu punk, puede volverse otro dinosaurio. Eso sí, el conflicto puede surgir si, en un futuro, ambos deportes tuvieran que pelear por las mismas fuentes de financiación. De momento, la disputa no es por el dinero sino por la atención, el más codiciado y preciado de nuestros bienes.
Lo más visto
Joaquín Maroto
España: a quien saca pecho, se lo hunden