Corte y confección
Estas noches en que el calor aprieta y dormir no es fácil, he encontrado un método para conciliar el sueño que resulta infalible. Ya en la cama, cuando las gotas de sudor resbalan por mis sienes, me pongo a repasar la plantilla del FC Barcelona para la próxima temporada, posición por posición. Mientras llegan refuerzos como Kessie o Christensen y los rumores sitúan a otros talentos en el nuevo Barça, los jugadores descartados por Xavi no acaban de salir. Umtiti, Braithwaite, Neto, Mingueza… Así, en mi repaso los nombres se amontonan, me salen más de 35, y poco a poco me entra una modorra que me lleva en volandas de azul y grana hacia el sueño más profundo…
Por la mañana, al despertar, nada ha cambiado, y entonces me pregunto cómo se las compondrá Xavi para definir ese vaivén de nombres antes de empezar la Liga. Además, por pedir que no quede, y se baraja el fichaje de Koundé para el centro de una defensa en la que ya estarán Araújo, Christensen, Piqué y Eric García. Es un exceso de calidad que se podría repetir en cada posición, con reservas de lujo, y hay que suponer que sería un bendito problema para Xavi, pero también le exigirá mucha psicología de vestuario.
En un artículo que escribió hace años, Manuel Vázquez Montalbán clasificaba a los entrenadores entre modistos prêt-à-porter o diseñadores de alta costura. Para él, por ejemplo, Van Gaal o Capello eran ejemplos de alta costura: “Cuando se contrata a un entrenador-diseñador”, escribía, “se parte del principio que su talento no consiste en sacar provecho de los jugadores que tiene, sino en construir un equipo a la medida de su propio ingenio”. Ancelotti, en cambio, como buen discípulo de Arrigo Sacchi, es un maestro del prêt-à-porter, donde el bloque del equipo domina sobre las individualidades. Cuando heredó el Barça de Koeman en la temporada pasada, Xavi consiguió buenos resultados con lo que tenía, más algún fichaje nuevo. El prêt-à-porter no se le daba mal. Ahora veremos si también es un buen modisto de alta costura.