Bota bien, bota por España

¿Es posible emocionarse a las nueve y media de la mañana de un viernes de julio en el que el calor te bloquea hasta los párpados? Pues sinceramente, sí. Porque se trata de un Mundial y en él está España, en este caso la Selección femenina, con ganas de comerse el mundo. Lo demostró a las primeras de cambio con una goleada que sirve para aparcar el jet-lag y tomarle el pulso al torneo. Incluso el 1-0, aunque fuera en propia puerta, fue fiel reflejo de nuestro estilo de juego, del buen trato de balón, de ese ADN que nos ha hecho ganarnos el respeto del ranking FIFA.

Los goles no aseguran nada, son como los sondeos en las elecciones, ya saben cómo acabó el pasado Mundial de Qatar que arrancamos con aquel 7-0 ante Costa Rica, precisamente Costa Rica. Pero este 3-0 permite enviar un mensaje a las demás favoritas, que son unas cuantas. En la previa hablábamos de que Mariona o Alexia suponían la gran duda de Jorge Vilda, pero él, que sabe mejor que nadie lo que tiene entre manos, optó por Jenni Hermoso incrustada en el centro del campo. El once titular deparaba por lo demás un cerrojo abajo y alegría arriba con Salma y Athenea como alas del avión.

Y luego está Aitana, para mí el mejor Balón de Oro (una vez ganado el de Alexia), una futbolista con un talento enorme y un sentido del juego como no acierto a ver en ninguna otra jugadora del planeta. Su gol, orientándose el balón de tacón con la derecha y rematando en rosca con el interior de la bota izquierda es una delicia. Prometo no repetir mucho su nombre a lo largo del torneo porque, además de cansino, resultaría injusto. Y malgastaría el tiempo que así podría emplear en elogiar el olfato y desmarque de Esther, la seguridad de Irene Paredes o el colmillo de Olga Carmona cada vez que deja de mirar por el retrovisor y se va hacia arriba. O el trabajo en ocasiones sordo de Tere Abelleira que Costa Rica tanto sufrió. Titulábamos la previa con aquello de “¡a por todas!”. Las de Vilda son gente de palabra. Así han empezado, goleando y dando aire a algo que por ahora solo es un sueño. Conviene recordar que lo importante no es cómo se empieza sino cómo se acaba. Me lo tatúo ahora mismo.

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