Epílogo del horror en Cornellà

Tétrico Celta. Hay finales poéticos, épicos o tristes. El del Espanyol se engloba en esta última categoría. No hay peor fotografía que un estadio vacío y un silencio desgarrador, como si toda la temporada hubiera sido un simulacro, una broma de mal gusto, un juego virtual. Pero no, es real, de carne y hueso, como el miedo del Celta, otro proyecto fracasado, que se mantiene en Primera con una agonía descomunal, lejos de los festejos de salvarse en la última jornada pese a que cayeron algunas lágrimas. Todo este decorado deparó un partido tétrico entre un notable y resultón Espanyol y un Celta atemorizado, un fin de fiesta que deja a Rufete con su primer punto como entrenador y a este Espanyol sin poder degustar una victoria en las últimas nueve jornadas.

De Lynch a Dalí. El Espanyol ha vivido una temporada surrealista, en la que se ha gastado 60 millones en fichajes y ha bajado a Segunda, ha visto pasar a cuatro técnicos, uno de sus jugadores vio una amarilla porque el árbitro entendió “cucaracha” y en este último capítulo otro colegiado tiene que ir a ver en el monitor si el balón le ha tocado a él para anular un golazo de Embarba. Si esta temporada, la de la pandemcia del COVID-19, se llevase al cine la dirigiría David Lynch o si fuese un cuadro lo pintaría Dalí. Es difícil comprender cómo el equipo ha podido vivir esta caída, que representa un punto de inflexión en su historia.

Pausa de hidratación.Eric Alonso

Fin a una época. Como lo fue la llegada al RCDE Stadium, que supuso un cambio de paradigma en el Espanyol. Atrás quedó Montjuïc (curiosamente el único estadio donde se vivieron más alegrías que penas) y el club entró en una época austera, de deuda y de ventas. El fin del ‘danismo’ y la época de transición de Condal y Collet deparó la llegada de Chen Yansheng, quien salvó al club de la bancarrota, prometió la luna pero el Espanyol no llegó a despegar pese al ilusorio viaje a Europa de este curso. Una década sin ídolos. Con Verdú, Osvaldo o Gerard Moreno saliendo por la puerta de atrás, con Javi López, Víctor Sánchez o David López como los estandartes y también integrantes de la plantilla que descendió.

Nueva etapa. La caída del Espanyol ha sido lenta, como deshojar una margarita, por etapas, quizás en el momento más inesperado, pero víctima de sus propios errores y falta de ambición económica y deportiva. Todo esto ya está escrito, no sepultado, pero este mismo lunes el Espanyol debe dar luz verde de nuevo a la máquina de la ilusión. Debe explicar cómo ascenderá. Debe decidir quienes serán los jugadores, quién comandará el barco y que responsabilidades tendrán Rufete y su gente de confianza. Deberá trazar ya las líneas para que, de aquí a 11 meses si no la pandemia lo permite, el último capítulo de la temporada se desarrolle con un estadio repleto y haya alegría y colorido por el ascenso. Y no hablemos de Lynch y sí Billy Wilder, con la diversión asegurada.

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