Cuando jugar es una penitencia

Devuelvan el dinero. Detrás de cada aficionado, y también periodista deportivo, hay un futbolista. Los hay mejores o peores, quienes no son capaces ni de golpear un balón, otros que no llegaron por causalidades del caprichoso fútbol o algunos, como en mi caso, que ya fue un milagro llegar a jugar en Tercera Catalana. Nunca jugar fue una penitencia, aunque en ocasiones la diferencias con los rivales te hacían perder por más de diez goles. Pero en ocasiones el fútbol puede aburrir hasta los mismos protagonistas, como ocurrió en este Espanyol-Leganés, dos equipos deshauciados, sombras, quienes protagonizaron, con total seguridad, el peor partido de LaLiga Santander 2019-20. Movistar debería rebajar la cuota a quienes vieron este encuentro.

Anti creatividad. El lenguaje corporal, irracional, es la prueba del algodón. Rufete hablaba en la pausa de hidratación y Darder miraba al suelo. RdT, el jugador que posiblemente menos corrió en la primera mitad, tuvo que salir del campo unos minutos por supuestamente un golpe de calor, mientras nadie se atrevía a hacer nada, como aquel funcionario que bordea la jubilación y cumple expediente. Si el fútbol se basa en la creatividad, lo que ocurrió esta soledada y calurosa tarde en el RCDE Stadium fue la antítesis. La RAE lo incluirá en el diccionario, poniendo como ejemplo al Espanyol de este curso.

El peor equipo. Pero sería injusto poner a Leganés y Espanyol en la misma balanza. Los madrileños empezaron LaLiga con 52 millones de presupuesto, por 83 del club perico. Y los de Aguirre han visto como sus mejores delanteros, Braithwite y En Nesyri, se han ido, mientras que los de ahora Rufete han invertido 40 millones en enero. Y, encima, los primeros lograron llevarse los tres puntos. Como una casa lujosa que ha acabado quemada, derruida, lo del Espanyol es una auténtica calamidad.

Esperpento. A cada partido que pasa se entiende menos que Rufete sea el entrenador. El equipo sigue sin ganar, ha perdido la confianza, está en Segunda, y el responsable de planificar la próxima temporada está más preocupado del presente que del futuro, un Carpe Diem sinsentido porque lo que queda ahora es una penitencia. Haría bien el Espanyol en salir de su burbuja y saber lo que opinan lejos del club del equipo perico. Se darían de bruces con los despropósitos, especialmente, de este 2020. El ejemplo es este partido, que provoca que el miércoles, en el Camp Nou, se certifique la defunción del Espanyol en sus 26 años en Primera. No podría haber peor desenlace, o mejor, según se mire, ideal para cerrar el círculo del peor año de la historia del club.

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