Diez titanes contra los elementos

Sabor a victoria. Nunca antes un empate ha tenido gusto a victoria, y eso que la situación del Espanyol no requiere dejarse demasiados puntos por el camino. El equipo perico resitió 75 minutos con uno menos en el estadio de un equipo que pelea por la Champions, estuvo más cerca de la victoria que su rival y el sacrificio y el convencimiento de sus jugadores fue encomiable. El Espanyol es otro, más cuerdo y de granito, que no recibe goles y que, sin Raúl de Tomás, solo le faltó un poco más de puntería para sumar seis de seis.

Tesis arbitral. El equipo de Abelardo podría escribir una tesis sobre cómo jugar con uno menos. Esta temporada le ha ocurrido ya tantas veces que daría para varios capítulos. La última fue la más sonrojante, en especial para Munuera Montero, que dejó con diez a los pericos porque consideró que una mano de Bernardo en la cara de Damián era una agresión. El VAR tampoco le rectificó. Otra muetra más de la fallida interpretación de la tecnología y en este caso del cinismo arbitral, por decidir de manera tan rotunda una acción tan inocua, con todo lo que hay en juego. Hay que estar más seguro para decisiones trascendentales.

Creer y crecer. Apenas hilvanó juego el Espanyol, pero no hizo falta para demostrar la misma cordura que ante el Alavés. Los pericos fueron diez titanes que defendieron cada metro como una trinchera, aferrándose a la vida, rebelándose a una muerte que ya no parece tan segura. El Espanyol es otro. Abelardo ha convencido a sus jugadores de que solo hay un camino para salvarse, que los espadachines, como Roca o Darder, también deben ir armados.

Tridente en la batalla. Los gritos del banquillo perico fueron constantes todo el partido. Abelardo apenas introdujo dos cambios. Pipa empezó dubitativo pero fue creciendo, cumplió en un partido de alto voltaje. Darder empezó en la izquierda y luego actuó por dentro. Se adaptó al partido y sumó. Pedrosa o Víctor Sánchez también participaron, como Ferreyra, sustituyendo a un inmenso Calleri y a Embarba. Ambos y Wu Lei estuvieron en su salsa, en medio de la batalla, y al Espanyol solo le faltó tener la mirilla atinada para llevarse el partido ante este Getafe que pelea por la Champions.

Desde el sofá. La nueva normalidad le ha sentado bien al Espanyol. Parece otro. Y, en ese camino de espinas hasta el 19 de julio, ha encontrado el rumbo. Todo es posible, más que nunca. El equipo está convencido, las individualidades están en un momento creciente y el calendario es benévolo en casa. La afición disfruta como nunca (y sufre, lamentablemente, desde el sofá. El Espanyol ha dado motivos para ello.

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