El Tour falló en previsión y en vallas

El Tour recortó la etapa del Mont Ventoux por el viento, y se armó buena. Fueron seis kilómetros menos de ascensión, es decir, 12.000 metros menos de cuneta donde los espectadores presencian la carrera. Era, además, 14 de julio, cuando el Tour registra la mayor afluencia de espectadores por ser fiesta nacional. Según cálculos de otros años, podía haber 700.000 personas. Repartidas por los 22 kilómetros finales, desde que comienzan las primeras rampas en Bédoin, sale una media de 15 espectadores por cada metro de subida. Si quitamos seis kilómetros a la ascensión, la cifra sube a 21. Y en vez de estar vallado el último kilómetro, sólo se vallaron 500 metros. He ahí una de las razones del embudo que se formó justamente antes de que comenzara la zona protegida.

La moto no se puede quitar, porque el ciclismo exige televisión; el público, tampoco, porque forma parte del espectáculo. ¿Cómo evitar entonces que los embudos colapsen la carrera? Con policías. Pero se ve a los gendarmes, y parecen espectadores, comparados con los GRS que actúan en la Vuelta como vallas humanas. Los GRS son los Grupos de Reserva y Seguridad de la Guardia Civil, popularmente llamados hombres de negro. Como especialistas en garantizar el orden en concentraciones de masas, entre otras cosas, cada uno controla 50 metros, arriba y abajo. Actúan con tal determinación, que el embudo difícilmente puede llegar a cerrarse. Viendo lo del Mont Ventoux, ahora se entiende esa energía para que en la Vuelta no nos pasen estas cosas.

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