Apenas hubo que esperarle

No era difícil que Simeone quedara prendado. Lo tiene todo. Atrevimiento, carácter, gol y pelea. Griezmann puede bajar sutilmente el balón, regatear en una baldosa, esprintar como un velocista y golear como un delantero centro. ¿Se puede pedir más? Sí. El Cholo exige algo más. Exige que muerda, que recupere balones, que enseñe los dientes a las defensas rivales, que ayude en el centro del campo. Cuando ha entendido ese último mensaje se ha convertido en titular indiscutible. De paso, le ha servido para dar un paso de gigante en su formación. Ya no estamos ante una promesa.

Lo que resultaba anómalo era la sequía goleadora del inicio, su continua suplencia. A ese paso, hubiera quedado lejos de los números que firmó en la Real Sociedad y que propiciaron su traspaso. Por pura lógica, rodeado de un equipo que fue subcampeón de Europa y campeón de Liga, sus cifras debían crecer. Y eso es lo que está ocurriendo ahora. ¿Techo? No se lo pondría. Sigue en constante evolución. Y aprende de todos. Mejora el remate de primeras viendo a Mandzukic, perfecciona lo de proteger el balón y pisarlo para cambiar de ritmo con Arda, asimila el rigor táctico de Gabi, la improvisación de Koke…

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