Regreso a Argentina y sigue la lluvia

Después de tres noches durmiendo en cama, ayer me tocó regresar a la cruda realidad. De nuevo tuve que montar mi chalet individual (la tienda de campaña) y disfrutar de la noche sobre el duro suelo y amenizada por la avenida de Salta que pasa junto al campamento. Será mi hogar durante dos noches, ya que al acabar la etapa de Calama volé de regreso a Argentina, al final de la siguiente etapa.

Creo que tuve suerte, ya que en Calama la noche se presentaba muy desagradable. Se levantó un ventarrón que comenzó a mover la arena del desierto, que se te metía por todos lados. Antes de acostarme tenía los ojos muy irritados, además de tierra y polvo hasta las cejas. Al levantarme descubrí más daños colaterales, ya que me había abrasado la piel en la jornada de helicóptero. Estuvimos tres horas tirados en el punto kilométrico 300 de la etapa, con el sol en todo lo alto y sin ninguna sombra en la que protegernos.

Hubo una emergencia médica y nuestro helicóptero tuvo que cubrir el puesto de otro que evacuaba a un herido. Allí estaban dos médicos catalanes de la organización, Quim, amigo de Nani Roma, y Pep. Dos galenos que llevan dando tumbos por Sudamérica dos semanas. ¡Olé!

Pero no me voy a quejar de arenas ni quemaduras, porque Salta es otro oasis dakariano. Ubicado en una explanada de césped, con vegetación (adiós, Atacama), la sala de prensa tiene aire acondicionado y wifi, baños como es debido… En fin, esas cosas que a diario no apreciamos y que en el Dakar son un tesoro. Lo único malo fue que, ya por la tarde, comenzó a diluviar y todo el campamento quedó inundado.

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