Javier Mínguez

El Levante y el árbitro, dormidos

El Levante, viendo el partido desde el prisma azulgrana, dejó varias cosas en su debe y haber particular. Empezando por lo negativo, durante muchos minutos, no fue ni la sombra del equipo que asombró a la Liga y dejó desplumado a más de un gallito. Pagó caro el bajón competitivo frente a Atlético y Sporting y, aunque tiene pocas papeletas de descender, no es tranquilizador pasar de estar a nueve del descenso a cinco (o cuatro, según el final de la jornada). La afición silbó a los suyos tras conformarse con el empate ante el Sporting y los hechos demuestran que la hinchada granota tonta no es.

En lo positivo, la reacción del Levante contra su mal arranque del segundo tiempo y las decisiones arbitrales. Ayer, quedó claro que el Athletic es un león, pero menos fiero de lo que presume. Llorente se desmayó ante el roce de Nano (y picó el colegiado) en el área y los rojiblancos no se cansaron de arañar minutos al reloj. Pero es algo que los granotas no pueden controlar. Su obligación es morder y lo hicieron poco.

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