Lorenzo, un campeón del mundo muy especial

La primera vez que me llamó la atención Jorge Lorenzo fue en el GP de Brasil del año 2002. Llevaba una Derbi y quedó séptimo en una carrera con lluvia cuando sólo tenía quince años. Me pareció un chaval muy valiente, quizá demasiado. Lo de un año después en el mismo circuito ya no fue cosa de un niño imprudente, aquel 5 de octubre en Jacarepagua realizó una maniobra por la que fue bendecido para el resto de su vida: un adelantamiento por el exterior alucinante, el que dio lugar al famoso 'X Fuera' que lleva en el casco.

Desde entonces, ha ganado 33 carreras y tres títulos mundiales en algo más de ocho años en los que unos, como Mela Chércoles, nos han azotado diariamente loando sus virtudes y agigantándole sin ningún rubor, hasta por encima de su ídolo, Kevin Schwantz, y otros le han despellejado por su aspecto. Ni una cosa (Mela, todavía tiene que ganar trece carreras más en la categoría) ni la otra. Lorenzo es una persona que lo ha pasado mal y que se ha sobrepuesto a muchas contrariedades gracias precisamente a ese singular carácter (y a personas como Ramón Forcada o Marcos Hirsch); una sólida personalidad que igual que le impide sonrojarse cuando hace esas celebraciones tan pintorescas o pasearse por el box como si fuera él mismísimo Leónidas, también le ha ayudado a refugiarse de sus detractores, perder la vergüenza ante Rossi o a ser campeón de MotoGP. Al final esto es lo que cuenta, los triunfos y los títulos, no las cosas personales, esto es deporte.

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