Bancaja, al rescate del desastre Soler

Previsto está, pero esta tarde en el Consejo puede pasar cualquier cosa. Menudos son ellos. Soriano todavía aseguraba ayer que tenía la parcela vendida y que no aceptaba ser presidente florero. Traduzcamos la jugada. A Rita le quema el estadio nuevo paralizado. Y se lo dice a Bancaja. A Soler le quema su pagaré de 26 millones que no puede pagar el próximo día 17 y se rinde ante Banco Valencia (Bancaja). Soriano ya no tiene ninguna credibilidad ni para Soler, ni para Bancaja, ni para los jugadores, ni para la constructora. No tiene soluciones ni dinero. Ojalá tuviera. Soler y Soriano son los dueños del club y han ido maquillando al muerto durante ocho meses, hasta que ya huele tanto que es insoportable. Ellos dos han alargado el cáncer económico, provocado por Soler y no resuelto por Soriano. Los dos han creído o se han querido creer que había agua en el desierto. Soriano incumplió un cuarto plazo para vender la parcela y devolverle a Soler el dinero adelantado por la torre. Y ya colmó su paciencia.

Bancaja ha aceptado echar una mano poniendo tres condiciones: se acabó despilfarrar; que el poder absoluto de gestión lo tenga Javier Gómez; y que no siga Zorío. Soriano se puede quedar de presidente florero, salvo que dimita. Desde fuera puede seguir vendiendo la parcela y aparecer como salvador un día. Javier Gómez es un hombre realista, nada populista y va a poner una dieta económica estricta para salvar al Valencia, no para que le aplaudan en las peñas. Y eso significa que habrá que hacer sacrificios. Es la herencia que deja Soler: un Valencia pobre.

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