Que siga la conexión inglesa

Una de las cosas que no se entendía de este Madrid es el escaso provecho que se estaba sacando a la conexión inglesa. Puede que Michael Owen y David Beckham no sean amigos del alma, pero en el campo crean una de esas asociaciones de las que se alimenta el éxito. Contaba Luis García hace poco que con Xavi había patentado una jugada cuando estaban en el Barça B: según cómo le miraba, el centrocampista le enviaba el balón por encima de la defensa para que Luis se plantara solo delante del portero. Beckham sabe, por el trazo de su carrera, cuando Owen se mueve para despistar o cuando está a punto de salir disparado hacia portería. Ayer la conexión funcionó.

Beckham, que no llevaba el siete pero se pareció al del Manchester, entró en el área más veces que en toda la segunda vuelta y disparó a portería con peligro. Se enmarcará este partido por sus plátanos desde la derecha y especialmente por sus dos asistencias. Y porque fue contra el Barça, claro. Hacía tiempo que a Beckham, que se siente enclaustrado cuando tiene que retrasarse e incomprendido cuando el juego es menos directo, no se le veía tan suelto. Luxemburgo ha entendido que no hay manera de darle velocidad al balón con mucho pase porque algunas piernas galácticas ya no están para ello. La velocidad está en el pase de Beckham.

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