Fran no merecía este adiós

Un día hablando de la Selección (en la que, por cierto, no se ha prodigado mucho y no recuerdo yo tantos zurdos con su clase) me contaba cómo se lo había pasado en aquel 9-0 a Austria. Me sorprendió su reacción y el tono al recordar cosas del partido. "Ya está talludito", pensé, y sin embargo se emociona como un principiante. Es un ejemplo sencillo, pero es la mejor forma de definir a Fran.

Su otra cualidad es la fidelidad. Absoluta cuando se trata del Deportivo. Salvo aquel capítulo del precontrato madridista ("pequé de inexperto", me contó) no ha vuelto a tener una duda respecto a dónde quería jugar. Por eso, lo de este verano de Lendoiro, aireando su contrato, desviando la atención de problemas mayores y convirtiéndole en el blanco fácil de la afición para que le acusara de pesetero fue del todo injusto. Y una herida que le costará cerrar a Fran por el daño que hicieron a su familia.

Cruyff está entre sus admiradores y él se acordó de sus amigos Djukic y Bebeto cuando ganó la Liga. Pasó de los brillos de otros equipos y prefirió apostar por lo suyo (no hay mejor embajador de Galicia). De su fútbol, su talento y su importancia en el campo dan fe las hemerotecas, pero como persona Fran es un hombre sencillo, que ayer se despidió de Europa con un bochornoso 0-5. Su carrera no merecía este broche.

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