Nadal ilusiona para París

Rafael Nadal jugará este domingo una final del circuito ATP más de dos años después de la última, en concreto 777 días. En aquella ocasión batió a Casper Ruud en su templo de Roland Garros, para conquistar su 14º título en la tierra sagrada de París. En ese escenario ha fraguado su leyenda, y hacia ese escenario se dirige para poner el broche a su carrera en la que estaba anunciada como su última temporada en activo. Ya veremos si es así. Nadal ha vuelto a una final en un torneo menor, un ATP 250, pero, visto el calvario que ha pasado desde aquel 2022, sabe a gloria. El balear no pisaba unas semifinales o no ganaba cuatro partidos seguidos desde Wimbledon de aquel año. Eso era su hábitat natural.

Ahora paladea los éxitos de Bastad como quien regresa de los infiernos. Que nadie piense que ha sido fácil. El viernes se exprimió durante cuatro horas para doblegar a Mariano Navone, el 36º del mundo, por un apretado 7-6, 5-7, 7-5. El sábado tuvo que remontar un set a Duje Ajdukovic, el número 130º, en un choque de dos horas. Antes había superado a Cameron Norrie, el rival de más renombre, no el más complicado. Este domingo le espera Nuno Borges, el 51º del ranking. Son oponentes que antes hubiera devorado con rapidez. Pero aquel era otro Nadal.

Ganar este trofeo estaría muy bien, pero su presencia en el torneo sueco miraba más allá, a su preparación para los Juegos, que se disputan en su tierra de la Philippe Chatrier, del 27 de julio al 4 de agosto. Allí se dará dos oportunidades en los torneos individual y dobles, en este último junto a Carlos Alcaraz, una pareja que se anuncia como uno de los momentazos de la cita olímpica. En Bastad también ha jugado en dobles con Ruud, pero ha renunciado a las semifinales. Demasiada tralla seguida. El esfuerzo está siendo bárbaro. Pero su cuerpo ha respondido. Y su tenis.

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