Xabi Alonso y los bueyes

Después de meses de pruebas, teorías y de prácticas, de hablar del posicionamiento alto, de intentar ocupar los espacios, de querer presionar en campo rival para recuperar la pelota, de mezclar puestos y jugadores para encontrar la fórmula, Xabi ha vuelto a lo de siempre. La alineación de San Mamés supuso un baño de realidad, la aceptación de que el tiempo de los ensayos pasó y, ahora mismo, el entrenador no tiene otra que poner a los pesos pesados y que estos se junten y se entiendan jugando el fútbol que mejor se les da: fuertes atrás y saliendo rápidos a la contra con los relámpagos del ataque.

Alonso tiró de ese medio campo sin regista puro, tan denostado últimamente, para agarrarse al trabajo de Tchouameni, Camavinga y Valverde y al despliegue de Bellingham. Si no había finura o plasticidad, habría más control y menos sufrimiento, y los de arriba podrían dedicarse a lo que les gusta, moverse a su aire agazapados para correr a los espacios. A Mbappé y Vinicius no les va lo de presionar con la lengua fuera a los rivales y ya puede Xabi hacer el pino o ponerles treinta vídeos para explicárselo que no lo van a interiorizar. Es lo que hay, y con estos bueyes, que son muy buenos, tienes que arar.

Veremos qué pasa cuando el equipo se enfrente a rivales con diez tipos defendiendo en su campo, lo mismo entonces hay lugar para la lírica, pero ante los contrarios de peso, donde te juegas el percal, parece que jugarán los futbolistas que llevan los galones y la experiencia. Y mala noticia la lesión de Trent, que por fin parecía salir de su depresión para ayudar al equipo.

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