Vinicius en el palco y en todas las mentes

Fue un partido raro el del Bernabéu, con el Madrid desinteresado de cualquier otra cosa que no fuera exhibir el mayor énfasis en su respaldo a Vinicius y un Rayo sumido en un ambiente extraño, con el campo medio vacío por el día, la hora, el cielo amenazante y el desahucio del Madrid en LaLiga. El marcador lo abrió un gol muy protestado por el Rayo porque nació en un balón a tierra, algo que en el antiguo testamento era un bote neutral que jamás dio problemas, pero que la diarrea reglamentaria de hogaño ha sustituido por un rito tonto y confuso. Cerca del final empató RdT, pero Rodrygo, que ocupó la plaza de Vinicius, cerró con un golazo.

Vinicius lo vio desde el palco, junto a Florentino, que ha encaminado toda la estrategia del club a resplandecer a su jugador, cuya reacción en Valencia le ha convertido en algo así como un Tommie Smith del siglo XXI sin el altavoz olímpico pero con el nada despreciable de la suma fútbol+Real Madrid. LaLiga, mientras, pone el énfasis en la lucha contra el racismo, en la que hasta ahora Tebas estaba solo, presentando denuncias a las que ni Florentino se sumaba y con las que fiscales y jueces jugaban a encestar en sus papeleras. Pero el día de autos, ¡ay!, tuvo la desgraciada ocurrencia de enredarse a tuits con Vinicius. El tuiteo compulsivo le mata.

Por su parte, el papel de la Federación ha sido penoso. Sus comités de competición han sido históricamente poco esclarecidos, pero este empeora estropicios anteriores. Paralizado por el tsunami, ignoró el cachete de Vinicius, rehusó sancionar a Mamardashvili y Hugo Duro, contra los que bien pudo actuar de oficio si lo que se pretendía era no dejar a Vinicius como único sancionado, y a cambio se cebó con la grada Kempes en una decisión que contrasta estrepitosamente con tantas veces como ha mirado para otro lado en casos idénticos. Todo un ejercicio de falta de criterio y de cobardía moral. De incapacidad para afrontar un tema tan serio.

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