Tchouameni es un misterio

No me gusta señalar a un futbolista. Y no soy quien para juzgar el trabajo de alguien que hace cosas que nunca podría hacer ni viviendo tres o cuatro siglos. Sin embargo, me siento autorizado (e incluso obligado) a hacer esta pregunta que muchos seguidores madridistas se hacen: ¿Para qué sirve Aurélien Tchouameni en el Madrid? Reconozco que es un misterio. Reconozco que no tengo la más mínima explicación al reflejo casi automático de Carlo Ancelotti que pone al centrocampista francés en el once titular cada vez que puede. Incluso va por delante del siempre excelente Eduardo Camavinga, ese retrato robot del jugador moderno. Claro que Tchouameni es un buen futbolista, sino no llevaría la camiseta de Francia (además a veces con el brazalete de capitán), pero si hay jugadores que han nacido para jugar en el Madrid creo que, esta vez, la cigüeña se ha equivocado de destino.

Su terrorífico partido de San Mamés sólo es un ejemplo más de los problemas que tiene y genera para el equipo. Tchouameni siempre está entre dos aguas. No sabe realmente cuándo atacar ni cuándo defender y su creencia exagerada en su capacidad de dominar la pelota provoca situaciones de peligro de gol. Frente al Athletic, la primera alerta llegó nada más empezar el encuentro. Los rivales lo saben ya perfectamente, presionar un poco a Tchouameni basta para sacar un beneficio inmediato.

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