Se equivocó la Liga, se equivocaba

Se equivocó la Liga. Se equivocaba. Por ir al Levante fue a Miami, creyó que el fútbol era dinero. Se equivocaba. Creyó que América era España, que el Hard Rock Stadium el estadio de La Cerámica. Se equivocaba. Se equivocaba. Que los yankis eran los groguets, que el mar Caribe, el mar Mediterráneo. Que el mercado de bufandas y de camisetas era más importante que la pasión simple de la gente. Se equivocaba. Se equivocó el Barcelona. Se equivocaba. Por ganarse los favores de Tebas dañó su imagen. Creyó que los pequeños y poco dignos beneficios de ahora iban a ser grandes en un futuro. Se equivocaba.

Se equivocó el Villarreal. Se equivocaba. Por mendigar unos millones destrozó para siempre la legitimidad de la palabra de su presidente, el que decía “creer en la competencia”, el que decía “que se lo ganen en el campo” cuando estaba de moda criticar la Superliga. Se equivocaba. Se equivocó la Federación. Se equivocaba. Por mostrar sus buenas relaciones con Tebas aceptó la desvirtualización de la competición. Se equivocaba. Se equivocó el resto de los clubes (salvo el Madrid, por supuesto, y Unai Simón). Se equivocaba. Por miedo a no sé qué se calló y tragó. Se equivocaba. Sólo empieza la temporada y el fútbol español ya se equivocó. Se equivocaba. Y como en el poema de Rafael Alberti, se dormirá en la orilla y los demás en la cumbre de una rama.

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