Saúl, siempre ‘uno di noi’

Dice Saúl que hay vivencias que están por encima de los títulos. Y tiene razón. Hay partidos que se quedan para siempre en la memoria y la piel de un futbolista aunque ni siquiera se ganara. Para Saúl ese día es el mismo que el de Gabi: el partido de lluvia. El último del Calderón en Champions. Aquella victoria en la vuelta de semifinales que no sirvió para eliminar al Madrid. La afición, bajo el diluvio, igual que en 2010. Sin dejar de aplaudir y ovacionar a esos jugadores. No traten de entenderlo. Es inexplicable. Solo se siente. Y eso es Atleti. Como el propio Saúl.

Porque se ha ido, pero él siempre será de los nuestros. Cuántas veces se besó esas palabras tatuadas en su muñeca (“La fuerza no proviene de la capacidad corporal sino de la voluntad del alma”). Cada vez que marcaba un gol con la rojiblanca: fueron 48 en 427 partidos (el 9º que más). Varios inolvidables. La chilena al Madrid, aquel ante el Bayern, en otra semifinal de la Champions, cuando se cosió la pelota para correr derribando fantasmas mientras driblaba rivales. A Xabi Alonso, a Bernat, a Alaba. Para el gol. Y Luis vengado. Y el camino a la final de Milán desbrozado. Con su bota. Por ese escudo que lleva bajo la piel en el brazo. Emociona recordar cómo, después de aquel golpazo en el riñón en Leverkusen jugó orinando sangre al final de cada partido. Daba igual. Jugaba igual. Era el Atleti.

Y pasarán los años, terminará su carrera, esa que no acabó en el Atleti, y lo que se recordará de él será esa noche, su entrega siempre. Sigue haciendo Atleti cada vez que habla. Aunque sea lejos, ahora desde Brasil. No tengo duda: se limarán esas espinas, volverá. En el lugar en el que sea pero así debe ser. Saúl siempre será patrimonio rojiblanco. Aunque haya espinas.

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