Ramos, víctima del corazón partío...
Soy de esos madridistas que al final perdono todo a Sergio. Y lo hago de corazón (blanco, por supuesto). Su gol mágico e histórico en Lisboa me hizo jurarme a mí mismo que a partir de ahí le perdonaría todos sus pecados. Cierto que me hubiese encantado que hubiese aceptado renovar con el Madrid por una sola temporada (como han hecho Kroos y Modric estos últimos años), pero eso no quita que dudar de su madridismo sincero es no conocerle. El problema de Sergio es que a menudo escucha a quien no debe, regalándole una lealtad personal que está alejada del auténtico sentimiento merengue. Sergio debió retirarse en el Madrid con el récord de partidos disputados de blanco y con otro porrón de goles en su mochila de ese Bernabéu que llegó a adorarle hasta extremos inimaginables. Nadie puede negar la entrega absoluta e incondicional de SR4 con el Real Madrid durante 671 partidos (¡y añadan en el pack otros 101 goles!).
Por eso creo que este sábado afronta un lote difícil de torear. Si marca un gol y lo celebra, el sevillismo más radical (esos Biris a los que puso en su sitio con toda la razón por los insultos injustificables a su persona y a su familia) le perdonará definitivamente. Pero eso le alejaría del madridismo más emocional. Y si no lo celebra dejará las puertas del Bernabéu abiertas para siempre, pero en el Pizjuán tomarán nota. Ufff.
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