Qatar también quiere los Juegos
El Mundial de fútbol de 2022 no es el primer gran campeonato que organiza Qatar, pero sí el más relevante. Antes, el país árabe ya había acogido Mundiales de todo tipo, algunos de ellos de profunda tradición olímpica: atletismo, gimnasia, balonmano, ciclismo… Una lista que añadirá la natación en 2024, otra de las disciplinas estelares de los Juegos. Paralelamente, Qatar forma parte de los calendarios de los deportes más viajeros: el tenis, el golf, el motociclismo, la F1… Tiene una dilatada experiencia organizativa, de eso no cabe duda. Pero el fútbol hace mucho más ruido que el resto, infinitamente más, para lo bueno y para lo malo. Y por ello es una prueba definitiva para medir la capacidad de un país a los ojos de todo el planeta.
El examen futbolero de estos días anima ahora a Qatar a subir el último peldaño deportivo: la organización de unos Juegos Olímpicos. La fecha de 2036 aparece como la primera opción libre, a una distancia suficiente para que el país pueda corregir algunos puntos débiles. Doha ya presentó su candidatura dos veces. Para los de 2016 fue tumbada porque el COI se negó a mover los Juegos a otoño. Para los de 2020 sí se permitió, y se barajaron las fechas del 2 al 18 de octubre, pero tampoco pasó el corte decisivo. El calor sigue siendo el mayor hándicap, aunque el atletismo ya demostró que puede celebrar deportes agonísticos al aire libre. Incluso se habla de técnicas para enfriar las calles. Y luego queda el asunto más delicado, la violación de los derechos humanos. Deporte por deporte, todos han pasado por ese aro. Pero que lo hagan todos ellos conjuntamente, bajo la bandera olímpica, es otro cantar. Seguramente continúe siendo la mayor traba, una asignatura pendiente difícil de aprobar a medio plazo. Pero queda claro que su competencia organizativa es incuestionable. Y que, antes o después, algún país árabe, solo o acompañado de otro, acabará albergando unos Juegos.
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