Otra vez con Ancelotti

Me temo que la dirección del AS no me querrá pagar esta columna por considerarla un “copia y pega” de otras, una especie de autoplagio. Es cierto que lo que estoy escribiendo ahora es casi lo mismo que lo que he hecho en este mismo periódico la temporada de la Décima, la temporada de la Decimocuarta y la temporada de la Decimoquinta. Reconozco una parte de culpa, pero creo sinceramente que me merezco las circunstancias atenuantes. Si me repito es porque los demás también se repiten, incluso diría chochean, cuando se ponen a atacar a Ancelotti. Desde el miércoles y el mal partido en Lille (que incluso hubiera podido acabar con victoria del Madrid, vistas las ocasiones del final), los de siempre ponen a parir al entrenador que llevaba un año sin perder y que acaba de ofrecer al club otro doblete histórico.

Sé que en el Real Madrid la exigencia es siempre enorme, pero si un equipo campeón no puede tener un mal día y perder un partido fuera de casa en octubre, es que el fútbol ya no es fútbol. La victoria tiene sabor porque existe la derrota. Si no hay peligro, si no hay dificultades, no hay gloria. Parece que algunos han olvidado este hecho esencial. Así que, por favor, dejen de machacar a Ancelotti en otoño que, luego, cuando lleguen los trofeos en primavera van a quedar muy mal. Y no me apetece escribir, con la Decimosexta colocada en las vitrinas del club blanco: “Ya lo dije”.

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