Noche grande con aroma de alirón

Un gol espectacular de Bellingham ya en el descuento remató un Clásico que resuelve cualquier cuestión en torno al título de Liga, que será el trigésimosexto en su museo. El balón le llegó de Lucas Vázquez, tras dejarlo pasar Joselu en una acción preciosa por parte de todos. Con esa asistencia, el lateral gallego culminaba un partido extraordinario, porque aparte de cerrar su banda fabricó el penalti que Vinicius transformó en el 1-1 y marcó el 2-2, a pase del propio Vinicius, impidiendo con ello que se secase el 1-2 que el Barça había alcanzado poco antes. Todo en un Clásico frío en la primera parte, ardoroso en la segunda y siempre noble.

El Madrid sufrió al principio por el lado de Camavinga, ayer lateral, que pasó un quinario ante Lamine. Además, Raphinha sacaba unos córners cerrados que se le atragantaron a Lunin. Tan seguro ante los 18 que le lanzaron en el Etihad, ayer regaló el 1-0 en uno y anduvo entre sobresaltos en el resto. Empató el Madrid en un penalti en el que Lucas puso mucho y aún antes del descanso se produjo un gol fantasma a tiro de Lamine. Como Tebas es refractario a la tecnología de gol, que FIFA y UEFA utilizan pero ha dado problemas en otras ligas, y seguimos sin más instrumento que las cámaras VAR, no hay manera de decir si entró o no. Yo creo que no.

La segunda mitad fue mejor. Los dos entrenadores acertaron en los cambios, algunos de vacas sagradas (Lewandowski, Vinicius…) y el juego mejoró en brío. En la primera mitad pesaron todavía las recientes emociones de la Champions, pero en la segunda ya vimos un Clásico para abrir o cerrar el título. Y además volvió el mejor Bellingham, al que hace meses que no veíamos en plenitud. El Barça se adelantó, el Madrid empató y la sorpresa final fue que dio la impresión de que quien necesitaba un gol más no era el Barça, sino el Madrid. Y por eso lo logró ante un estadio entusiasmado. Ya son 11 puntos, a falta de 18. En la práctica, un alirón.

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