Modric, historia de los Mundiales

Seguramente no veamos a Modric en otro Mundial, aunque con 41 años aún tendría gasolina para jugar el siguiente. Parece demasiado pedirle a un futbolista colosal, sublime, un profesional que ha llevado a los croatas a lo más alto que jamás hubieran imaginado en este torneo. El tercer puesto en Qatar se suma al segundo en Rusia. Han estado en una élite que permanecía reservada para los grandes países del fútbol, no para uno con apenas cuatro millones de habitantes. Pero Modric elevó a este equipo, le dio fútbol, lo sostuvo. Hasta en un partido por el tercer y cuarto puesto se le vio luchar hasta el último balón. Otro con su dilatada trayectoria se hubiera dejado ir; él no.

De Croacia no se pueden decir más que alabanzas. En 24 años de los croatas jugando Mundiales suman dos terceros puestos y un segundo. Un país de 3,8 millones de habitantes. Una absoluta barbaridad. Sólo Argentina pudo con ellos en un torneo en el que eliminaron a la favoritísima Brasil y antes a otra grande como Bélgica. En la final de consolación también hicieron hincar la rodilla a la gran revelación del torneo, Marruecos, que se fue enfadada con el mundo y con el árbitro en vez de disfrutar de un partido histórico. Justo lo que sí hizo Modric, un señor de 37 años que juega como un niño de 10, una leyenda del fútbol que el Mundial ya puede recordar por siempre.

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