Mis disculpas sinceras a Kepa

A veces somos injustos. Muy injustos. Empezando por mí, este modesto columnista que vive cada partido del Madrid con la cabeza del periodista y el corazón del enamorado (soy un madridista converso desde que pisé la capital de España en el año 1992). Reconozco que, en muchos de los encuentros de esta temporada en los que el equipo merengue ha encajado un gol, ha salido entre mis labios esta frase: “¡Esto lo hubiera parado Courtois!”. El corazón engaña y no deja ver las cosas con claridad. La nostalgia es dañina porque perturba el presente. El arquero belga nos ha maravillado de tal manera que nos sentimos como huérfanos desde su grave lesión y guardamos una sensación de imbatibilidad que no era cierta. Ningún portero es imbatible, ni siquiera infalible.

El recuerdo de Courtois flota en el aire como un perfume de primavera, pero en la realidad el frío otoño aparece un dato autoritario, incontestable, implacable. Don Kepa Arrizabalaga es el portero menos goleado de Primera y va camino (ya se ha jugado un tercio del campeonato) de ganar el Zamora. En un país, además, donde el puesto de guardameta es seguramente el mejor cubierto de Europa y donde brillan, por ejemplo, estrellas como Ter Stegen y Oblak. Así que todas mis disculpas a Kepa por estas reflexiones equivocadas e injustas, por ser un hombre de poca fe.

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