Los esplendorosos 23 años de Vinicius

Vinicius cumple hoy los 23 años, una barrera que durante tiempo marcó la mayoría de edad en el fútbol. Hasta los setenta del pasado siglo, los países fuertes solían tener una ‘Selección B’ para enfrentarse a los de menor categoría. No eran necesariamente más jóvenes que los de la ‘A’, sino los mejores después de estos. Aquello se sustituyó por selecciones Sub-23, también conocidas como ‘promesas’ en España o ‘Equipo Primavera’ en Italia. Como el tiempo fue adelantando la formación y capacitación de los futbolistas, la Sub-23 dejó paso a la Sub-21. Pero aún existe el límite Sub-23 para el fútbol en los JJ OO, con tolerancia para tres mayores.

De modo que podemos considerar que esa edad marca una línea más allá de la cual al futbolista se le puede considerar irremediablemente adulto, nada de promesa. A Vinicius le llega en coincidencia con la salida de Benzema, que, dicho sea de paso, le ha descuadrado la planificación a Florentino con una salida intempestiva que sólo Mbappé podrá compensar. Pero esos son otros lópeces. Estaba en Vinicius, al que esta edad de pantalón largo le llega justo cuando la salida del francés va a demandar alguien que coja sus galones en el ataque. Vinicius es ya jugador grande, con su perfil espectacular y alborotado, pero poco contenido en sus formas.

Hasta ahora ha jugado como el benjamín que ya tendrá que dejar de ser. Le han pasado cosas, aparte de ese cumpleaños simbólico. Su actitud en Mestalla le colocó al frente de una cruzada contra el racismo que era preciso emprender de una vez por todas. Fue un gesto que tuvo la aprobación del presidente de su país y hasta el reconocimiento del apagón simbólico del Cristo del Corcovado. Me pregunto cómo volverá Vinicius de estas vacaciones y de tan singular experiencia y deseo que vuelva con el punto de madurez necesario para controlar su tendencia a la excitación. Ya no tendrá un Benzema cerca para aconsejarle. Ahora deberá aconsejarse él a sí mismo.

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