Las caras de Alcaraz
Carlos Alcaraz ha mostrado esta semana sus dos caras en las ATP Finals. Perdió el lunes ante Casper Ruud, con una imagen desdibujada, y reaccionó este miércoles ante Andrey Rublev, superando su mermado estado físico por un resfriado. Es cierto que ha competido tocado de salud, pero no es menos verdad lo que recuerda su entrenador, Juan Carlos Ferrero, cuando afirma que todos los tenistas, en alguna ocasión, han tenido que afrontar circunstancias adversas. Lo importante, en el caso de Carlitos, es que ha sido capaz de sobreponerse. Esa es la lección, por encima de otras valoraciones. Estas dos caras de Alcaraz ya las hemos visto en otros momentos de la actual temporada, cuando su juego pasó por un momento crítico, acompañado de un bache anímico, en la gira norteamericana posterior a los Juegos Olímpicos, que acabó con su eliminación prematura en el US Open. El español supo salir entonces de aquel agujero, igual que ha salido ahora para darse otra oportunidad de clasificación el viernes ante Alexander Zverev.
El deporte, en general, y el tenis, en particular, nos han acostumbrado a sólidos campeones, prácticamente invencibles, casi sin fisuras. El acaparamiento de éxitos del Big Three es un buen ejemplo de ello. Pero hay que entender que eso es lo excepcional, que detrás de una raqueta hay una persona con sus problemas físicos o emocionales.
El triunfo ante Rublev ha atajado el susto, que trascendía más allá de este Masters de Turín, porque a una semana vista asoma otro gran reto, la Copa Davis en Málaga, que además coincide con una cita histórica para el deporte español, la retirada de Rafa Nadal. Pase lo que pase ante Zverev, porque puede pasar de todo, Alcaraz parece que estará listo para el siguiente desafío. Esperemos, eso sí, que con la mejor de sus caras.