La desgana copera del Madrid

Aunque la hierba del estadio Príncipe Felipe hubiera estado en las mejores condiciones, es seguro que los jugadores del Cacereño hubieran puesto más intensidad que los madridistas. Si, además, el terreno de juego estaba peligroso, la apatía de los blancos no debe sorprender a nadie porque desde hace años esta competición casi se ha convertido en un marrón para el Madrid. Con un calendario apretado en el inicio de año, las eliminatorias coperas siempre han servido para que los técnicos pusieran equipos repletos de suplentes. Esta circunstancia, que en otros sitios se ve como una oportunidad para los que juegan poco o nada, aquí es recibida como un compromiso y un aprieto que muy difícilmente puede tener consecuencias positivas.

La ‘Unidad B’ se siente expuesta ante unos rivales extramotivados, que no tienen nada que perder y que saben que no se enfrentan a los mejores jugadores del rival. El desnivel de confianza en esa situación es tan grande que, al menor contratiempo, los suplentes madridistas bajan los brazos como si no tuvieran nada que ganar, como si no hubiera ningún estímulo sino más bien una desmotivación generalizada. Esta realidad que asume la afición blanca viene demostrada por el ya largo historial de sorprendentes eliminaciones coperas, que han instaurado un sentimiento de incomodidad en el vestuario y en el club ante esta competición.

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