Idiakez es culpable… lleva cero goles

Se suele decir que a la tercera va la vencida. Así ha sido con Imanol Idiakez. Estuvo con maletas hechas ante el Barça Atlètic, pero ganó. Volvió a embalar la ropa el día del Arenteiro, pero ganó. De nuevo se veía contra las cuerdas y esta vez ni siquiera le dieron el ultimátum de rigor para Cartagena. Posiblemente porque lo mismo se le ocurría ganar de nuevo. El entrenador del ascenso, el que llegó a la orilla después de cuatro años lastimosos, se merecía al menos esa bala. La última vez que se despidió a un técnico con la partida empezada fue la salida de Borja Jiménez y la contratación de Óscar Cano. Juzguen ustedes. Las historias con Rubén de la Barrera son eso, otra historia. Sorprende en este cese la celeridad. Como casi antes de que el árbitro pitase el final del partido ante el Racing ya atronaban los ruidos de sables desde el interior de la Plaza de Pontevedra. Es posible que animasen los pitidos de Riazor al técnico vasco. Es posible, pero ni fueron tantos ni se escuchó a coro el famoso… ¡¡¡Dimisión!!! Para los que tengan algo de memoria, recordar que Arsenio y Jabo Irureta no hubiesen celebrado títulos si el rango de la decisión del que se sentaba en el palco fuese ese.

Es evidente que el Deportivo está en descenso. Que sólo suma diez pírricos puntos en doce partidos. Que hay un agujero negro en la estrategia, tanto defensiva como ofensiva. También, que excepto en el partido ante el Levante, no he visto a ningún equipo superior a los blanquiazules. Sí a varios inferiores, pero la falta de gol está siendo la condena de este equipo. Un entrenador, en este caso Idiakez, tiene la misión de encontrar la fórmula para llegar a la portería rival. 12 veces disparó ante el Racing, con dos palos incluidos y una mano milagrosa de Ezkieta. 13 en la debacle ante el Levante, 22 ante el Eldense, 13 en Elche, 19 ante el Málaga… 79 para tres goles. Ninguno de ellos de Idiakez. Pues sí, la estadística es contundente y deja claro que es el gran culpable: Imanol todavía no ha conseguido marcar esta temporada.

También contra el Racing su pecado fue dejar a Yeremay en el banquillo; por primera vez, por cierto. El canario entró en el minuto 59 y lo bordó. Golazo y regates de ensueño para buscar una remontada que finalmente se le escapó de entre los dedos. Muchos imaginan qué sería del partido con el ‘10′ en el campo desde el inicio. O sea, un recital de principio a fin. Yo, sin embargo, vi un jugador agotado y sin ideas en el Ciutat de Valencia, que ayer entró al encuentro fresco y que con su talento jugó media hora de magia que revitalizó al Depor. Puntos de vista sin duda indemostrables.

Más allá del último ‘pecado’, Idiakez tenía las ideas claras, una apuesta de fútbol definida, atractiva y valiente, como suele gustar a Riazor. Un vestuario que ha estado con él. El equipo, lejos de caerse o ser un grupo sin alma, se ha levantado una y otra vez. Si contra el Racing hasta rompió sus paradigmas rotando (Escudero y Cristian Herrera) e hizo tres cambios de golpe a la hora de partido. La sentencia está dictada y sólo queda desearle toda la suerte del mundo al que llegue (no será Sergio) y, sobre todo, advertirle que remate mejor que Idiakez.

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