Homenaje al fútbol copero en La Catedral

El fútbol nació para la Copa, y la Copa nació para el Athletic, que pone en ella lo mejor de sí mismo. Ayer se detectaba en las calles de Bilbao un ambiente de expectación nerviosa, esa atmósfera de ilusión colectiva que sólo los días grandes del fútbol pueden provocar. Llegado el partido, el campo estaba repleto, con un brillante colorido blanco y rojo poniendo marco a un partido sensacional. Gran juego, alternativas en el marcador y savia joven en los dos equipos. Es admirable la frecuencia con que el Athletic y el Barça producen futbolistas prometedores. Y fue admirable la forma en que los más bisoños lograron estar a la altura de este enorme y descomunal encuentro copero.

Ganó el Athletic por el brío con que respondió al mejor manejo del Barça, pero también por el sabio manejo del medio campo que mostró el joven Prados, por sus dos centrales y sobre todo por los Williams, el mayor de los cuales llegó a tiempo para el partido gracias a la prematura eliminación de Ghana. Valverde tiró de él en el 60′, cuando ya el cansancio empezaba a hacer mella en muchos hombres de ambos bandos y lo suyo fue como la irrupción del Séptimo de Caballería en aquellas películas que veíamos de niños. Él fue la carta definitiva de un partido grande, de esos que uno no desea que terminen nunca, y que esta vez tuvo la generosidad de regalarnos una prórroga de media hora, que encima fue lo mejor.

Un partido sin VAR, además, gracias a Dios. Y con un digno derrotado, el Barça, que también puso lo mejor de sí mismo, entre ellos los jovencísimos Cubarsí y Fort, salidos ambos con el partido en marcha y desenvolviéndose con serenidad en difíciles condiciones. Por poner una pega, me disgustó algo el aire premioso de De Jong, que manejó mucho pero con el aire de un motor de arranque demasiado lento. Pero todo fue en general bueno en este partido grandioso, un carrusel de goles y ocasiones, con los dos entrenadores afortunados en los cambios, con los que cada poco mejoraba aún más un partido inmejorable. Fue un grandioso homenaje al viejo y querido fútbol copero, que tan bellamente retumbó ayer en La Catedral.

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