Gil Manzano robó plano a Vinicius

El galimatías arbitral ha invadido de tal modo el fútbol que en Valencia se produjo el milagro de que Gil Manzano robara plano a Vinicius, algo que parecía imposible. El brasileño había sido el personaje central de la última y turbulenta visita del Madrid a Mestalla y volvía a serlo el sábado con sus dos goles, uno reivindicado al modo ‘black-power’, el otro restregado a la grada contra los buenos consejos de Bellingham, que le llamaba a la prudencia. Pues pese a ello, Gil Manzano ocupó el primer plano final con su gol anulado por no pitar o un poquito antes o un poquito después, más la roja a Bellingham, lo que ha dejado al Madrid enfurecido.

Tan enredado está el Reglamento con sus protocolos de quita y pon, que ya todo cabe. Tanto se ha retoqueteado el final de los partidos (y de sus primeras partes) con esos añadidos a bulto de minutos completos, que todo el mundo tiene ocasiones para la queja. Gil Manzano, cierto, avisó de que el córner era la última acción, pero no pitó cuando el débil despeje del Valencia, sino cuando el Madrid ya estaba hilando la jugada que terminaría en gol. ¿Y el principio de ‘Possesion Phase Action’, que se aplicó al Girona para una jugada con varios toques e intervenciones del rival? Me aclara Iturralde que eso opera para el juego activo, no en los saques.

Con tanto recoveco siniestro, el fútbol queda cada vez más en posesión de los árbitros. Se multiplican a velocidad conejil y sus incomprensibles arcanos están provocando que todo espacio para la queja sea posible. El Madrid se vio sin dos puntos, teme una suspensión a Bellingham y tiene más munición para sus vídeos. Al menos, para su suerte el daño fue menor pues perdió el Girona y empató el Barça, que quedan a 7 y 8 puntos. Sólo le recortó terreno el Atlético, demasiado lejano (a 11 ahora), que ayer enriqueció su palmarés de singularidades gracias a un penalti de Morata con cuádruple fallo, pues cazó tres veces el rechace para rematar una y otra vez sin fruto.

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