Esta vez faltó el gol de Bellingham
Un buen partido defensivo del Rayo más la merma que sufrió Bellingham muy pronto, dañado en el hombro, trajeron como consecuencia un partido sin goles en el Bernabéu, primer empate que cede el Madrid en casa esta temporada. Consecuencia que a su vez tuvo otras: el Girona se queda solo en cabeza y, consumidas ya 12 jornadas, empieza a rondar en nuestras cabezas la pregunta de si se le debe considerar candidato, o si le entrará vértigo de altura. De momento saca 10 puntos al quinto, lo que sí le permite soñar con la Champions. Otra consecuencia fue que para el Barça el roto del Clásico ya no lo es tanto, puesto que recorta dos puntos al Madrid.
La lesión de Bellingham fue bien tonta: se echó al suelo para cortar con el pecho un balón en postura antinatural y el aterrizaje le dañó el hombro. Los gestos de dolor fueron muy visibles, hicieron pensar en una ausencia larga, pero las asistencias le recolocaron el hombro y pudo seguir. En algún momento del partido iría a la banda a recolocarse las vendas, pero jugó con aparente normalidad. Sólo aparente. Mejoró todas las jugadas en que intervino, como siempre, pero fue más parco en las llegadas al área, aunque sí nos dejó un disparo alto tras abrirse espacio con maniobra propia de Zidane, manejando ambos pies en un magnífico doble recorte.
Con Bellingham disminuido, la esperanza estaba en Vinicius. Insistente pero bien marcado, intentó aguijonear una y otra vez por la izquierda. Se fue en varias ocasiones, pero sus pases difícilmente encontraban compañero desmarcado en esa área tan poblada. Uno sí, y fue muy bien rematado por Joselu, siempre en la brecha, pero Dimitrevski respondió con la parada del partido. Luego, según avanzaban los minutos, fue cayendo en nerviosismo y broncas, distrayéndose del objetivo principal. En el Rayo, por su parte, todos estuvieron bien, sin dejar resquicios. Salieron poco y no inquietaron lo más mínimo a Kepa, pero obtuvieron el premio merecido.