El Zaragoza no tiene remedio
Sexta derrota consecutiva y tercera de Sellés, que queda ya directamente señalado por sus decisiones en Granada.
Sexta derrota consecutiva de un Real Zaragoza sin remedio, incapaz tampoco de sostener una ventaja en el marcador o de reducir su colección de errores defensivos clamorosos. Se suceden los entrenadores sin nombre ni experiencia y también las sorprendentes probatinas, como la ocurrencia de Rubén Sellés, ese chico de Valencia al que le gusta el fútbol, como él mismo se definió en su presentación, de apostar por Bakis como revulsivo (¡!), pero el resultado siempre es el mismo. El equipo, por obra y gracia de Indias y de sus superiores, no tiene laterales, ni centrales, ni mediocentros, ni delanteros. El Zaragoza no tiene nada. Es una completa ruina en trance de lo peor y sin que nadie dimita o se responsabilice de algo. Sellés, hasta ahora fuera de la ecuación, queda directamente señalado por sus decisiones en Granada.
El partido se le puso de cara al Zaragoza nada más empezar, al aprovechar Pau Sans, una de las dos novedades en el once, un error mayúsculo de Luca Zidane. El rapidísimo 0-1 serenó un tanto al equipo aragonés y llenó de nervios al Granada, al que le costó recomponerse y poner coto a la portería de Adrián, que tuvo una acción decisiva a cabezazo de Jorge Pascual. Pero tanto fue el cántaro a la fuente, tanto empezó a apretar el Granada, que una ocasión fallida de Soberón acabó retratando una vez más las carencias en el repliegue de todo el Zaragoza y en particular de Aguirregabiria, otra de esas apuestas incomprensibles de Txema Indias, al que el extremo senegalés Faye desbordó una y otra vez, y de un insolvente Insua, que hizo la estatua ante Jorge Pascual en la acción del empate. La verdad es que el Zaragoza quiso jugar desde el minuto 3 como si el encuentro fuera a acabarse enseguida, renunció al balón y eso le obligó a un continuo y suicida ejercicio de supervivencia durante toda la primera parte.
El equipo de Sellés regresó mandón del descanso, adelantó varios metros su presión y le metió el miedo en el cuerpo a un Granada que también tiene serios problemas defensivos. Pero otro error de Insua, un central falto de la mínima contundencia para el puesto, por no hablar de su lentitud, le costó la derrota al Zaragoza, la sexta derrota consecutiva, la tercera de Sellés, cuyo efecto se está diluyendo a marchas forzadas, si es que lo hubo en algún momento. Dani Gómez, a la desesperada, tuvo el empate a cinco minutos del final, pero el Zaragoza no tiene ni suerte. No tiene nada.
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