El toro Alcaraz luce en plaza grande
Carlos Alcaraz sube los escalones de dos en dos. A brincos. Una precocidad que recuerda, inevitablemente, a Rafael Nadal. Pero, tranquilos, que no voy a compararlos. Cada uno sigue su propio camino. Y en la trayectoria de Alcaraz, ahora le toca jugar sus primeras semifinales en un Grand Slam, a los 19 años, en el US Open, el mismo escenario donde eclosionó en 2021 con su épica victoria ante Stefanos Tsitsipas. Ha crecido mucho desde entonces. Muchísimo. Carlitos se marcó una senda a principio de temporada, que ha superado de largo. Antes de jugar Australia, el murciano se puso como objetivo acabar en el top-15 y, si se daba bien la cosa, aspirar a jugar el Masters, para lo que tenía que terminar entre los ocho mejores del año. Pues resulta que Alcaraz va a salir de Nueva York en el top-3 de la ATP, que bien podría ser en el número uno. Durante este curso de 2022, que podría tener un colofón maravilloso con su primer grande y el liderazgo mundial, ha dado saltos de gigante, como sus victorias en dos Masters 1.000: Miami y Madrid. Hay que tener mucha clase para llegar ahí.
Alcaraz, decíamos, sube los escalones de dos en dos, pero lo hace casi sin querer. En realidad, Charly sabe que en el tenis hay que ir raquetazo a raquetazo. Así que antes de pensar en su primer grande o en el número uno, sufre partido a partido. A las semifinales ha llegado tras dos terribles duelos a cinco sets ante Marin Cilic, un veterano que campeonó el US Open en 2014, y Jannik Sinner, otro joven emergente que le había ganado sus dos últimos choques. Ahora toca Frances Tiafoe, un hueso duro, el verdugo de Nadal, que llega enrachado ante su público. El español tendrá que responder esta vez a una nueva lección: la grada en contra. Todo lo alcanzado hasta aquí tiene un mérito excepcional, pero, ya puestos, Alcaraz busca otro salto. Como le dijo a su entrenador, Juan Carlos Ferrero, está como “un toro”. En plaza grande.
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