El origen de la nueva Champions

Sorprendentemente, esta semana se ha debatido largo y tendido sobre el nuevo formato de la Champions. La noticia no es nueva. Se aprobó hace tres años. Hace dos semanas, la UEFA decidió difundir en los sorteos de la Europa y la Conference League un vídeo divulgativo para explicar mejor un sistema de competición que muchos aficionados han considerado difícil de entender. Ese vídeo no suscitó grandes reacciones, porque —desafortunadamente— poca gente, más allá de los aficionados de los equipos que las juegan, ven los sorteos de la segunda y la tercera máxima competición continental. Así que, el lunes, el organismo regulador del fútbol europeo decidió lanzar el mismo vídeo a las redes sociales y difundirlo también a los medios. Muchos escribieron artículos pensando que se estaba dando una última hora.

Pero no era una última hora. El origen de este sistema de competición, llamado “sistema suizo”, se encuentra en los meses previos al estallido de la guerra surgida tras el anuncio de la primera Superliga en abril de 2021. Andrea Agnelli, el gran ideólogo de la necesidad de crear un torneo que enfrentara sólo a los grandes clubes, estaba jugando a dos bandas. Por un lado, era presidente de la ECA, la asociación de clubes con gran influencia en las decisiones de la UEFA. Desde ahí hacía fuerza para que la Champions aprobara un nuevo formato con más partidos entre equipos fuertes y una primera fase con más encuentros para garantizar mayores beneficios. Por el otro, desde fuera y en secreto, conspiraba para crear la Superliga. Consiguió ambas cosas, lo que le obligó a elegir y, obviamente, se quedó con aquella creación que se acercaba más a su concepción elitista de lo que tiene que ser el fútbol. Pero ya había logrado que se aprobara un formato de la Champions que la UEFA decidió mantener, incluso cuando él dejó la ECA.

El formato, sin lugar a dudas, suena raro. Hay quien piensa que ofrece un salvavidas a aquellos equipos grandes que hagan una mala primera fase. También se puede ver al revés: a un pequeño le puede bastar con quedar el vigesimocuarto para tener opciones de pasar a octavos. Si resulta emocionante o no dependerá, fundamentalmente, de si los puestos importantes están o no ya decididos en las últimas jornadas.

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