Opinión

El Nobel de la Pace

Ni cayó en la trampa de la Champions en tres años ni rompió con el pasado, de hecho mantiene a Mao. Pero Alan Pace dice tener un plan de transición hacia un Espanyol ‘winner’.

RODOLFO MOLINA
Llegó al Diario AS como estudiante en prácticas en 2002, y desde que se licenció en Periodismo por Blanquerna, de la Universitat Ramon Llull, se ha especializado en la información del Espanyol, sobre el que también ha co-escrito libros, todo ello atendiendo al seguimiento de otros equipos, deportes y eventos desde la delegación de Barcelona.
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En estos tiempos tan alborotados y convulsos en los que ni siquiera genera consenso un premio como el Nobel de la Paz, aterriza en el Espanyol un estadounidense con nacionalidad también inglesa, hijo de misionero mormón, exdirector general de Lehman Brothers, que expresa en catalán sus primeras palabras y que, 30 años después de haber vivido -y, por lo que trasluce, disfrutado- en la Barcelona post-olímpica, aguanta el chaparrón de una hora de preguntas en español.

No es cuestión de rendirse a Alan Pace, el nuevo propietario y presidente del club perico, como tampoco lo es de mostrarse defraudado a las primeras de cambio. Despierto, perspicaz, bien asesorado y prevenido, en su presentación no cayó en la trampa de la Champions en tres años ni mucho menos lanzó un mensaje rupturista, lo que le hubiera deparado aplausos y adeptos, sino que proyectó un discurso conciliador, que permite lecturas entre líneas, sin por ello despojarse de una ambición prudente, aunque parezca un oxímoron. El Nobel de la Pace.

Como un jarro de agua fría cayó en buena parte de una afición hastiada de toda la era Rastar la confirmación de que Mao Ye Wu se mantendrá como CEO. Pero lo cierto es que, a su llegada al Burnley, también mantuvo parte de la estructura existente durante un tiempo prudencial, con esa máxima –“evolución, no revolución”- que explicamos en AS el pasado 14 de agosto, y cuyas piezas van encajando una a una. Después de sellar un trato y encajar las manos, hay obviedades que no pueden expresarse en público, en un momento de absoluto protocolo y cordialidad.

Sin embargo, y ahí es donde conviene leer entre líneas, dejó claro Pace que “Rastar no tiene nada que hacer en el día a día”, por lo que la presencia de Mao no alterará el plan de ruta de la nueva propiedad, y pronunció la frase más parecida a una promesa que emitió en toda su comparecencia: “Nos ganaremos la confianza de todos con nuestras acciones y no con nuestras palabras”.

Alan Pace, este martes, durante su acto de presentación.RODOLFO MOLINA

Nos situamos, pues, en una suerte de transición que comienza ahora y que empezará a reflejarse de verdad a partir del próximo 1 de julio, pues el tren de la 2025-26 ya está en marcha. Y con un objetivo, “normalizar” la posición del Espanyol entre los seis mejores de España, ergo acudir asiduamente a Europa, que no se forjará en grandes dispendios (“nuestra mentalidad no es la de gastar mucho dinero para crecer”) y sí en la cantera, en las “infraestructuras” y en los “turistas”.

Dicho de otro modo, que no tiene duda de que el potencial del club en la gran Barcelona es descomunal un Pace que ha estudiado los mecanismos de LaLiga, es decir, que sabe perfectamente cómo los límites salariales se pueden ampliar mediante patrocinios, ‘naming rights’ y otras acciones comerciales, tales como los controvertidos partidos en Estados Unidos, el único jardín en el que se metió por su propia voluntad el día de su presentación.

En definitiva, y sin prometer nada, el nuevo presidente trabaja ya con su equipo para lograr un Espanyol regularmente “winner” (ganador), hasta el punto de que ya tiene perfilada la estrategia por si los pericos y el Burnley se metieran simultáneamente en Europa (quitarse del medio en uno de los dos clubes), y conjuga lo futbolístico y lo empresarial con lo sentimental.

En esto último, bastaba con su presencia para superar a su antecesor, un Chen Yansheng más próximo a la Inteligencia Artificial que a la realidad, que ni por el cambio de propiedad -sí acudieron los expresidentes Dani Sánchez Llibre y Joan Collet, entre muchas otras personalidades- se ha dignado a regresar a la Ciudad Condal, más de tres años después de su última vez.

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Humano, explicando con naturalidad episodios de ansiedad, incluso con la voz quebrada al referirse a su familia y el vínculo que anhela establecer con el espanyolismo, Pace aseguró estar viviendo “una segunda luna de miel”, semejante a la de su primera experiencia junto a su pareja hace tres décadas, recién casados entonces, en una Barcelona que ahora le ofrece infinitas posibilidades a través de su nuevo club. Su última frase en el auditorio Juan Segura Palomares (¿o era Palomeras?) debe ser la que pone en marcha su mandato, y nuestra fiscalización como periodistas: “Empezamos ahora”.

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